Un gran olvidado

03.03.2025

JUAN BIALET MASSÉ 

En la Argentina de la desmemoria, donde se privilegia a determinados personajes, y se oculta a otros por razones políticas, ideológicas y muchas veces históricas, ya que no encajan en conceptos arraigados que se tienen y solo cabe invisibilizarlos, Juan Bialet Massé, es uno de aquellos, a quien casi nadie recuerda hoy excepto, en algún reducido círculo académico. 

Por Alejandro Olmos Gaona

Cuando tantos tontos son valorados solo por su brillo social, otros por una destacada militancia política, y muchos que merecen la consideración pública por sus logros en los ámbitos científicos y culturales, es imperdonable que no se recuerde a un hombre eminente en muchos sentidos, que no solo produjo una obra intelectual relevante, sino que a través de sus acciones mostró aspectos de una Argentina, que aún hoy muchos niegan, pero que pone en evidencia los contrastes entre el crecimiento y desarrollo de una época y la desigualdad.

Juan Bialet Massé, fue una especie de hombre que se inventó a si mismo ya que su nombre no era Juan y su apellido tampoco Bialet Massé, aunque figuraría definitivamente así en todos los documentos que se conocen, como no era cierto su supuesto lugar de origen que el consignó, ignorándose las circunstancias de tales cambios.

Se llamaba Joan Paulino Batlle Más, hijo de Camilo Francisco Batlle Gual, teniente coronel de Infantería del Ejército de S.M., y de Joaquina Mas y Coma. Nació el 19 de junio de 1846 en Argentona, a 5 km de Mataró, provincia de Barcelona en un hogar nutrido de convicciones monárquicas y religiosas, en el que dos de sus abuelos paternos y maternos habían sido notarios de prestigio. Su espíritu inquieto, y sus concepción de ejercer la libertad sin tutela se puso de manifiesto a los 11 años donde desapareció por un tiempo de su casa, lo que llevó a la reina Isabel II, a ordenar se lo buscara por todas partes, hasta que se lo encontrara.

El 12 de abril de 1865, se casó en la Parroquia de San Martín de Madrid con María Elvira Alfrida Calvo, a quien hizo madre de Carlos Batlle, que nació el 7 de marzo de 1869.

Estuvo en el ejército y recibió en 1873 la medalla Caridad en la Guerra de la Cruz Roja española, y poco se sabe de lo ocurrido en España durante los años que vivió allí. Habría participado en actividades políticas en el bando republicano, desilusionándose de actividades para las que seguramente no estaba preparado. Es posible que haya ejercido la docencia y el periodismo, pero las investigaciones continúan para poder acreditarlo con certeza.

Aunque se ha asegurado que cursó estudios de medicina en Madrid, no se sabe con exactitud si se recibió de médico, o cursó parte de la carrera, aunque es evidente lo notable de sus conocimientos sobre la materia que dejó plasmados en una de sus obras.

En julio de 1873 llegó a Buenos Aires, quizá para olvidarse de "…aquellas ingratitudes y desengaños crueles" como escribió en su autobiografía, y aquí en la Argentina trabajaría arduamente en todo aquello que le resultaba importante para un país que adoptó como propio, y que en algún momento también le hizo revivir esas ingratitudes y crueldades que viviera y lo llevaran a viajar aquí donde al principio se consagraría a la docencia siendo Rector en Colegios de San Juan, Mendoza y la Rioja.

A los dos años de su estadía en el país publica el "Compendio de anatomía, fisiología e higiene humana" mientras sigue ejerciendo la docencia e investigando sobre medicina.

El 9 de julio de 1874 se casa en San Juan con Zulema del Carmen Laprida, hija de Amado Laprida Sánchez de Loria y de Tita Isaura Brihuega Albarracín, y nieta de Francisco Narciso Laprida Sánchez de Loria, prócer de la independencia argentina y de Micaela Sánchez de Loria Fernández.

Varios años después viaja a la provincia de Córdoba, donde se instalará, comprando la estancia Santa María cerca de Cosquín, y a partir de allí comenzará una labor incansable ejerciendo la catedra de Medicina Legal en la Universidad Nacional de Córdoba, estudiando simultáneamente derecho, graduándose como abogado en 1879. En 1882 representa a la Universidad en el Congreso Pedagógico Nacional. En 1885 se le otorga el doctorado Honoris Causa.

Como era imposible que se quedara quieto realiza experimentos hidráulicos en su campo, sus estudios se dirigen a obtener las mejores aplicaciones en esa materia. Se dedica a la fabricación de cemento y cal, y todo lo que tenga que ver con la construcción le e interesa como también el estado de la ciudad de Córdoba y otras que ha visitado, donde puede ver las diferencias existentes, y los contrastes. Es por eso que al referirse a esta última ciudad escribe "[Córdoba]…una ciudad hermosa, característica, concentrada, surcada por calles de pisos imposibles e insuperablemente sucias. Una sociedad culta, amable y distinguida; con traje moderno, pero con ribetes de la nobleza del siglo XVI que la fundó; con el sentimiento superior del arte bello, salones elegantes; todo esto en casas de fondos vergonzosos de suciedad, sobre un subsuelo de muladar podrido, en que se alojan todos los microbios posibles, que devoran a los niños, como los ogros de la fábula. […] Universidad, colegios, conservatorios, escuelas normales y de agricultura, de todo y bueno, que irradia en la República; una alta intelectualidad, que se disipa en estériles discusiones de política bizantina, en ociosidades de club y en vicios de confitería; espíritus democráticos con resabios de monarquía absoluta"

Su fascinación por esa ciudad, no le impide ver cosas que para muchos son habituales, y su preocupación por modernizar y desarrollar lo lleva a la construcción del dique San Roque, una obra notable que fue inaugurada en 1891, y que por supuestos defectos lo llevó a la cárcel durante más de un año. Se defendió de las falsas acusaciones hasta que recuperó la libertad. Había sido concejal en 1883 y presidente del Consejo Deliberante, y en tal carácter aprobará la compra de Sistema de Aguas Corrientes y Gas de la Ciudad.

No era lo suyo quedarse en un determinado y lugar y decide irse a vivir a Rosario. Integra la Bolsa de Comercio, recorre la ciudad para conocer como se vive, dicta conferencias y una de sus preocupaciones obsesivas son los derechos del trabajador, y la inicua explotación de las que se los hace objeto. Lo designan abogado de la Sociedad de Obreros y Estibadores de la Ribera de Rosario, y viene a Buenos Aires a participar de un Congreso de Trabajadores. Desde su llegada a la Argentina ha publicado varios trabajos: "Nociones de Anatomía, Fisiología e Higiene Humana. 72 lecciones" "Compendio de Anatomía, Fisiología e Higiene Humana - Texto" "Recopilación de Fallos del Superior Tribunal de Justicia de Córdoba" "Lecciones de Medicina Legal, aplicada a la Legislación de la RA" "Código de Procedimientos Criminal y Correccional" (con J. R. Ibáñez) "Memoria Descriptiva y Estadística de la Provincia de Córdoba" "Socialismo Argentino. El espíritu de la ley nacional del trabajo", lo que lo vincula con los más importantes circulos científicos.

Sus trabajos y preocupaciones laborales llegan a oidos del Presidente Julio A. Roca, que le ordena al ministro Joaquín V. González que lo convoque para que recorra el país e informe sobre el estado de las clases obreras en todo el territorio nacional. Roca no solo conocía las observaciones de Bialet, sino que estaba preocupado por las descomunales desigualdades que iba conociendo y que se traducian en, las reiteradas protestas obreras ante los salarios miserables, la explotación constante del trabajador, las pésimas condiciones de higiene en las que se los hacia vivir en las fábricas, en los ingenios, y también la inconcebible explotación de mujeres y niños. Una Argentina desigual a la que Roca quería poner fin, pero primeramente debía conocer en profundidad lo que ocurría.

El 21 de enero de 1904 Roca dicta un decreto para que Bialet haga un informe no limitado a los centros urbanos y sus fábricas sino a todo el país Bialet se larga a recorrerlo, y "recorre la campaña argentina, entra en todas sus direcciones, en trenes de carga, en sulky, a pie, a caballo, en barco, visita talleres, recorre estancias y establecimientos agrícola-ganaderos, penetra en tolderías indias, inspecciona obrajes, baja a galerías y socavones mineros" . El 30 de abril del mismo año presentará al ministro la primera parte del célebre Informe sobre el estado de las clases obreras, tres gruesos volúmenes de 400 páginas cada uno, reveladores de las condiciones de sobre-explotación en que se encontraban los trabajadores argentinos de principios del siglo XX (jornadas de trabajo extenuantes, graves condiciones de higiene y riesgo en talleres y obras, trabajo de mujeres y niños, etc.).

No entra en divagaciones teóricas, sino que se nutre de la realidad que observa y como bien dice al principio de su informe: 

"Al hacer todo esto he procurado, y creo haberlo conseguido, prescindir de toda teoría o sistema, y aun de mis propias ideas socialistas y de los recuerdos de los libros y estadísticas, para atenerme puramente a la apreciación de los detalles de los hechos"

Sabe establecer las diferencias entre algunos patrones que le muestran lo que ocurre en sus establecimientos y otros, que le niegan el acceso, o pretenden engañarlo, pero Bialet no se arredra y en la carta al Ministro González le expresa con contundencia: 

" Cuando en las cumbres del Famatina he visto al apire cargado con 60 y más kilogramos deslizarse por las galerías de las minas, corriendo riesgos de todo género, en una atmósfera de la mitad de la presión normal; cuando he visto en la ciudad de La Rioja al obrero, ganando sólo 80 centavos, metido en la zanja estrecha de una cañería de aguas corrientes, aguantando en sus espaldas un calor de 57°, a las dos de la tarde; cuando he visto a la lavandera de Goya lavar la docena de ropa a 30 centavos, bajo un sol abrasador; cuando he visto en todo el Interior la explotación inicua del vale de proveeduría; cuando he visto en el Chaco explotar al indio como bestia que no cuesta dinero, y cuando he podido comprobar, por mi mismo, los efectos de la ración insuficiente en la debilitación del sujeto y la degeneración de la raza, no han podido menos que acudir a mi mente aquellas leyes tan previsoras de todos estos y otros detalles que se han reproducido en cuanto se ha creído que faltaba el freno de la ley". 

El informe conmociona a Roca, y a los efectos de establecer una legislación que termine con tan oprobioso sistema, el ministro Joaquín V. González Proyecta una Ley Nacional del Trabajo, que no llegará a ser aprobada ante el cambio de gobierno. Bialet Massé será uno de los principales colaboradores del ministro para ese verdadero código laboral.

En 1905 eleva un informe sobre la creación de colonias nacionales, y a pesar de sus ya calificados estudios profesionales ingresa como alumno en la Facultad de Agronomía y Veterinaria de Córdoba donde a los 60 años se recibe de técnico en agronomía y zootecnia. Tiempo después ejercerá la docencia sobre materias de legislación industrial y será el primer profesor en América Latina de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social.

Resulta imposible en este apretado resumen, consignar todas las tareas que llevó a cabo: su preocupación sobre la arquitectura de las ciudades, el mejoramiento de sus condiciones de salubridad, el trabajo y los salarios de los obreros, la iniquidad del trabajo de mujeres y niños. Su monumental informe sobre "El Estado de las Clases obreras Argentinas en el interior de la República" bastaría para valorar el inmenso aporte que hizo para el mejor conocimiento de las realidades del país.

No solo fue un intelectual comprometido, un ciudadano preocupado por su país de adopción, al que legó importantes trabajos científicos, sino un hombre que defendió a los sectores más vulnerables, pretendiendo que la ley los amparara, se reconocieran sus derechos y se hiciera justicia.

Fueron hijos de su matrimonio con Zulema Laprida Brihuega:

1.- María Zaida, 2.- Amado, 3.- Juan Bautista Saturnino, 4.- Helima María Sixta Berenguela, 5.- Miguel Eliseo, 6.- Zoe, 7.-Zuleika María de Monserrat, 8.- Mario Enrique y 9.- María Zulema, todos con numerosa descendencia.

Murió en Buenos Aires el 22 de abril de 1907