A 50 años del Operativo Independencia, el inicio del genocidio

05.02.2025
Acdel Vilas y Estela Martínez de Perón pasando revista a tropas del Operativo Independencia.
Acdel Vilas y Estela Martínez de Perón pasando revista a tropas del Operativo Independencia.

El 5 de febrero de 1975 Martínez de Perón firmó un decreto secreto que autorizaba la intervención del Ejército en Tucumán, inaugurando la metodología represiva que se generalizó en el país tras el 24 de marzo de 1976. Organismos de derechos humanos realizarán actos en defensa de los Sitios de Memoria y en repudio a los actos convocados por sectores negacionistas. 

Por Maximiliano Olivera 

Se cumplen 50 años del Operativo Independencia, nombre que engloba el despliegue represivo que el Ejército junto a otras fuerzas de seguridad desataron sobre Tucumán desde el 9 de febrero de 1975. La intervención del Ejército, comandado por Leandro Anaya, fue autorizada en el decreto secreto firmado por María Estela Martínez de Perón. El decreto 261/75 señala que era tarea del Ejército "ejecutar las operaciones militares que sean necesarias a efectos de neutralizar y/o aniquilar el accionar de elementos subversivos". El verbo "aniquilar" fue un eufemismo para ocultar que la represión adquirió la metodología del genocidio: el secuestro, la tortura, la desaparición forzada y la implementación de centros clandestinos.

En una etapa inicial, el Operativo Independencia fue comandado por Acdel Vilas, bajo la órbita de la V Brigada del Ejército. A partir de diciembre de 1975, Vilas fue relevado por Antonio D. Bussi. En la primera etapa Vilas dirigió a 5000 hombres del Ejército, fuerzas federales y provinciales, y si bien el objetivo publicitado era la guerrilla –el PRT-ERP había instalado una Compañía de Monte en 1974–, el accionar represivo se volcó a la ciudad y los pueblos, origen de una profunda conflictividad política y social que encontraba en los trabajadores azucareros la principal referencia.

La historia de la FOTIA atestiguaba una importante movilización y lucha en los ingenios y en los surcos, mientras también había otros sectores que mostraban un gran alto de organización (docentes, ferroviarios, estatales, citrus, metalúrgicos). El movimiento estudiantil tucumano era uno de los más combativos del país, con una importante tradición de unidad obrera-estudiantil. Con el ascenso revolucionario abierto con el Cordobazo, Tucumán también tendrá sus "azos" en noviembre de 1970 (el Tucumanazo) y junio de 1972 (el Quintazo), además de las movilizaciones en mayo de 1969.. Teniendo en cuenta esto, el Operativo Independencia también respondía a una necesidad de golpear y aislar a la vanguardia obrera y popular, como había sucedido con el Navarrazo en Córdoba o sucedería en el segundo Villazo en Santa Fe. [1] La instalación de un frente rural por parte del PRT-ERP fue parte de esa conflictividad más vasta. [2]

En su Diario, escrito en 1977 y censurado por el Ejército, Vilas señala en diferentes oportunidades su intención de arrasar con ese proceso de movilización, por ejemplo cuando habla de la reunión con 100 sindicatos para ordenarles que no haya ni una huelga, su operativo "Zafra feliz" para militarizar la cosecha y su satisfacción porque en Tucumán no se acató el paro del 27 de junio de 1975 (el primer paro general contra el peronismo, tras el Rodrigazo).

En su manuscrito Vilas también relata el circuito y la metodología del genocidio. Con el Comando Táctico asentado en Famaillá, el Ejército instaló 80 "lugares de reunión de detenidos", de los cuales 11 podían ser considerados centros clandestinos, donde los secuestrados eran interrogados durante cruentas sesiones de torturas con el fin de recabar más información para nuevos operativos. Junto al centro clandestino también se expandió la desaparición forzada de personas, "perfeccionándose" una metodología del genocidio con oficiales de todo el país que venían a Tucumán a recibir este "entrenamiento" surgido de las doctrinas que los franceses y norteamericanos aplicaron en Argelia y Vietnam. En la "Escuelita de Famaillá", uno de los principales centros clandestinos, se estiman que pasaron entre 1500 y 2000 personas.

La instalación de los centros clandestinos es una forma de ver la responsabilidad de otros actores en el Operativo Independencia. Los empresarios cedieron sus tierras y sus fábricas para que se instalen los centros clandestinos y otras instancias operativas para los secuestros (listas de activistas y dirigentes gremiales, préstamos de vehículos y personal, aportes económicos). Las patronales azucareras fueron las principales interesadas en terminar con la movilización y organización obrera que venía siendo un freno a sus planes, como mostró la huelga de la FOTIA en 1974. A la salida de la dictadura y arrasada la organización sindical, presentaban una drástica reducción del personal, un aumento de la productividad y mayores ganancias. [3]

El Operativo Independencia tuvo la adhesión de los partidos patronales como el PJ y la UCR, desde el gobernador Juri hasta los senadores y diputados provinciales. La Iglesia fue otro actor clave, con una justificación "cristiana" de la tortura. Medios hegemónicos como La Gaceta, La Nación y Clarín reprodujeron la narrativa que el Ejército implantaba como parte de su "plan de acción psicológica" para ganar apoyo en la opinión pública. [4]

De acuerdo a la base de datos "Genocidio en Tucumán (1975-1983)" del Centro de Estudios sobre Genocidio-UNTREF coordinado por Ana Jemio, el 44% del total de víctimas fueron secuestradas durante el Operativo Independencia. De ellas, 527 fueron liberadas, 40 asesinados y 258 continúan desaparecidas. Respecto a los obreros azucareros como blanco, se estableció que 14 de los lugares utilizados para las detenciones clandestinas estaban vinculados a la agroindustria azucarera y que 5 de ellos eran o habían sido ingenios. Durante el Operativo Independencia al menos 123 obreros del azúcar fueron secuestrados y la cifra asciende a 305 durante la Dictadura militar. Producto de la clandestinidad y del terror instalado, la cifra continúa siendo un elemento en construcción, ya que incluso muchas denuncias se presentaron en la última década.

Otros datos indicativos se encuentran en la megacausa del Operativo Independencia, donde de los 269 casos investigados, alrededor de un 42% de víctimas fueron obreros y jornaleros y sus familiares directos (alrededor de 113 casos). Un 15% de víctimas eran dirigentes sindicales vinculados al peronismo, un 8% eran comerciantes y personas de oficio, un 5% eran profesionales independientes, un 4% eran estudiantes universitarios, un 2% eran militantes políticos de izquierda. Solo un 7% de las víctimas acreditaban alguna vinculación con el PRT-ERP o Montoneros.

No fue una "guerra", fue el inicio del genocidio

El Operativo Independencia es la piedra basal de los apologistas de la dictadura y los negacionistas del genocidio para construir el relato de una "guerra", con variantes como "guerra contra la subversión" o una "guerra sucia". Al ser juzgados por delitos de lesa humanidad, jefes militares como Luciano Benjamín Menéndez o Bussi han recurrido a la cobertura del decreto de Martínez de Perón, planteando que estaban siendo juzgados por "haber ganado una guerra" [5]. En este nuevo aniversario, los sectores de militares retirados y familiares de condenados por delitos de lesa humanidad, van a realizar una serie de actividades en Tucumán para reflotar este relato, incluso de la mano del funcionario nacional José María Posse de la Casa Histórica y la intendencia de Yerba Buena. Estos sectores se envalentonan con la llegada al gobierno de Victoria Villarruel, hija de un militar condecorado por Bussi por su actuación en Tucumán y defensora de genocidas, y por los dichos de Milei de "perseguir a los zurdos" y sus diatribas contra "el comunismo".

El relato de la "guerra" es rescatado con el fin de buscar la impunidad de los genocidas, relato al que le suman la consigna de "memoria completa". En su libro Los dos demonios (recargados), Daniel Feierstein señala un nuevo uso de la teoría del prólogo original del Nunca Más —que postulaba un "demonio de derecha" versus un "demonio de izquierda", con una sociedad ajena al enfrentamiento— con el fin de equiparar la violencia del genocidio con la violencia insurgente, eliminando sus razones estratégicas y la desigualdad originaria que las explica. Realizan este rodeo en pos de evitar el juicio y castigo, a la vez de relegitimar esa violencia estatal en el presente.

Organismos de derechos humanos y organizaciones sociales y políticas realizarán por estos días diferentes actividades marcando que el Operativo Independencia fue el inicio del genocidio. Entre las actividades se incluye un acto el miércoles 5 en la "Escuelita de Famaillá", uno de los Sitios de Memoria atacados por el Gobierno de Milei.

El jueves 6, a las 18.30 en plaza Independencia, el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia realizará también un acto. "Repudiamos el vaciamiento, los despidos a trabajadores de la secretaría de DDHH, y el vaciamiento de los espacios de la memoria, áreas vinculadas a la investigación de los crímenes de lesa humanidad durante la última dictadura como el Archivo Nacional de la Memoria, la CONAIE (vinculada a la investigación y restitución de identidad de lxs nietxs recuperadxs de manos de sus apropiadores), del Centro Cultural Conti, etc. y llamamos a defenderlos y rodearlos de solidaridad", señalaron en una declaración de repudio a los actos que reivindican al Operativo Independencia.

[1] Ver Eduardo Castilla, La Córdoba revolucionaria (1969-1976), Ediciones IPS, Buenos Aires, 2024, y Octavio Crivaro, Villazo: la gran gesta obrera en Villa Constitución, Ediciones IPS, Buenos Aires, 2018.

[2] Para una crítica de la estrategia guerrillera del PRT-ERP ver Facundo Aguirre y Ruth Werner, Insurgencia obrera en la Argentina 1969­-1976, Ediciones IPS, Buenos Aires, 2016. También puede consultarse Marcos Taire, "La guerrilla en el monte" en Santiago Garaño y Ana Concha Bocanegra (comp.), Operativo Independencia: geografías, actores y tramas, Edunt, 2022.

[3] Un análisis de las patronales de los ingenio Concepción (Paz) y La Fronterita (Minetti) puede en consultar en la investigación coordinada por Victoria Basualdo en el primer tomo de Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad: represión a trabajadores durante el terrorismo de Estado (EdUNaM, CELS & FLaCSO, Posadas-Buenos Aires, 2016).

[4] Gabriela Roffinelli y Matías Artese reconstruyeron y reunieron numerosas declaraciones en Responsabilidad civil y genocidio. Acciones y declaraciones públicas durante el Operativo Independencia (Tientos, Buenos Aires, 2007). Para ver el rol de la Iglesia puede consultarse la investigación de Lucas Bilbao y Ariel Lede, Profeta del genocidio. El Vicariato castrense y los diarios del obispo Bonamín en la última dictadura (Sudamericana, Buenos Aires, 2016). Para la cobertura de Clarín puede verse el trabajo de Micaela Iturralde "El Operativo Independencia en Clarín. Una primera experiencia de comunicación masiva de la violencia represiva" en la revista Sociohistórica (N° 45, UNLP, 2018).

[5] Desmintiendo un aspecto de este relato, Marcos Taire desmiente la construcción de las bajas del Ejército y la instrumentalización como "héroes que combatieron a la subversión". Ver "La «guerra» que no tuvo héroes" en Santiago Garaño y Ana Concha Bocanegra (comp.), Operativo Independencia: geografías, actores y tramas, Edunt, 2022.

Fuente:

https://www.laizquierdadiario.com/A-50-anos-del-Operativo-Independencia-el-inicio-del-genocidio