LO DIFICIL DEL PENSAMIENTO CRITICO

Por Alejandro Olmos Gaona
En estas épocas mileistas, donde se pretende arrasar con el Estado, privatizarlo todo, entregar los recursos del país a la voracidad de los grupos extranjeros, no es fácil ejercer el pensamiento crítico. Diría que nunca ha sido fácil, aunque hubo momentos donde se podían exponer las ideas con total libertad y sin censuras. En estos tiempos todo resulta mas complicado, porque uno se arriesga a ser calumniado, difamado, acusado de pertenecer a uno u otro sector, de acuerdo a lo que critique y defienda.
En una larga charla mantenida antes de su muerte con mi buen amigo el Fiscal Federal Federico Delgado, él me hacía ver como ejercer la justicia con independencia se estaba convirtiendo en un problema cada vez más grave. En su Fiscalía en el año 2023 tenia imputados, además de empresarios importantes, a ex funcionarios del kirchnerismo y del macrismo, donde unos y otros a pesar de las evidencias eran defendidos por los sectores políticos a los cuales respondían.
Esta es una cuestión que se ha agravado exponencialmente, ya que unos critican a los otros, pero nunca se hacen cargo de sus propias responsabilidades, o de actos reprobables que hayan cometido en el ejercicio del poder.
Siempre mi padre me hablaba de esto de ejercer la crítica, sin estar limitado por prejuicios ideológicos o intereses sectoriales, porque de lo contrario no se va en busca de la verdad o por lo menos tratándose de acercarse a ella, sino se milita en un partido o en una facción, que justificará todo lo que hayan hecho sus participantes. Un claro ejemplo de lo que él pensaba, es que cuando sacó el primer número de su semanario "Palabra Argentina" el 13 de noviembre de 1955, señaló que no se debía caer en el error de arrasar con todas las cosas importantes hechas durante el gobierno de Perón, y había que proceder con grandeza y sin ánimos persecutorios, como ya avizoraba que iba a ocurrir. Pero, así como hizo un exhaustivo listado de cosas fundamentales hechas entre 1946 y 1955 escribió: "el país presenció la anulación de la libertad de opinión y el silenciamiento de la crítica, el monopolio de la prensa a favor del Estado, el servilismo y la obsecuencia, el enriquecimiento ilícito de funcionarios. Yo mismo sufrí graves sanciones del régimen peronista. He sido procesado y detenido, privado del derecho a ejercer funciones públicas e imposibilitado de escribir en una prensa que solo aplaudía y tenía miedo a señalar errores…legisladores, funcionarios y jueces se sometieron personalidad del entonces presidente Perón. El país presenció la más odiosa de las obsecuencias y el más exagerado fanatismo. El nombre del presidente llenó la crónica parlamentaria, en la misma medida que las calles, plazas y ciudades lo adoptaban. Los homenajes constituyeron una carrera en la cual todos querían ser los primeros"
En esto de no hacerse cargo de las responsabilidades, la dirigencia política debería llevarse un considerable premio. Siempre la culpa la tienen "los otros", y esto viene a cuento porque desde el kirchnerismo, siempre se han criticado acciones y gestiones de gobiernos como los radicales, el de Macri y ahora el de Milei, pero en ningún momento han reconocido la parte importantísima que les toca en el estado actual de nuestro país. Está muy bien la crítica que se hace sobre lo que está pasando, pero también es importante, hacer un ejercicio de la memoria, y hacerse responsable de como ejercieron el poder, y como muchas veces los discursos nada tenían que ver con la realidad..
El habitual secretismo que imperó siempre en las negociaciones internacionales durante la gestión kirchnerista, permitió que muchas decisiones gubernamentales que afectaron nuestra economía permanecieran silenciadas, mientras se mostraban estrepitosamente números y cifras que pondrían en evidencia el éxito del "llamado modelo nacional y popular", aunque solo fueran producto de una ya rutinaria manipulación de las estadísticas, que a nadie asombraba porque era parte de la habitualidad económica con la que se manejaba el gobierno. Hoy el publicitado Moreno, se hace el distraído si alguien se atreve a preguntarle sobre la intervención en el INDEC.
La demonización constante de los organismos multilaterales de crédito a través de los discursos presidenciales de la Sra. De Kirchner, y lo sostenido por diversos ministros de su gabinete, encubrian una realidad distinta que ponía en evidencia como se negociaba con ellos, como se acordaban créditos para financiar planes sociales; como se continuaba con el clásico esquema se someterse a una lógica financiera de la que no existía la menor intención de salir y formaba parte de los manejos de un esquema de poder que se recicló permanentemente aunque muchos ingenuos, en forma apresurada le hayan augurado un desenlace fatal. A esto se suma la renuncia a la soberanía en los contratos, el sometimiento a la legislación extranjera, y como en el Congreso Nacional, nada se podía hacer que no estuviera avalado por el Poder Ejecutivo.
De la misma manera se procedió durante la gestión de Macri, donde a los negocios que realizaban los funcionarios públicos, se sumaban manipulaciones de la justicia, y el accionar de los organismos de inteligencia que hacían espionaje interno. Donde se desconocían sentencias de la Corte Suprema, y se volvía a someter al país a la jurisdicción extranjera. Un gobierno que hablaba de moralidad y realizaba acuerdos espurios con los fondos buitres, y alguno de sus funcionarios negociaba con sus antiguos empleadores los pagos de la deuda. Un gobierno que endeudó a la Nación a 100 años y volvió a someternos al FMI. La Lista sería muy larga, ya que tengo memoria, por lo que me asombra, que se critique hoy lo que gobiernos anteriores hicieron ayer, y aquí no se salva nadie, ni kirchneristas, ni macristas, ni los que fungen como federales y se han acomodado a las exigencias de uno u otro gobierno.
La obsecuencia, que parece un mal argentino sigue nutriendo la vida política: al endiosamiento de la Sra. de Kirchner se suma hoy el endiosamiento de Javier Milei, y de un lado y del otro se arrastran los que siguen a una y otra figura pública. Con tales criterios hagiográficos se entra en un círculo vicioso donde se pulveriza el pensamiento critico y solo queda la estulticia y el seguidismo que es una de las distorsiones de la política. Y esto no es hablar contra la política, sino mostrar lo que ella no debe ser para que sigamos este camino de decadencia y lleguemos a ser un país inviable.
Si se siguen cultivando estas formas de razonamiento seguiremos en este abismo de desencuentros que cada vez se profundiza más.