PINCEN VICENTE CATRUNAO

07.08.2024

Vicente Catrunao Pincen, -el señor de la palabra-, por su primer nombre fue llamado por loscristianos pero su gente, lo denominaba Catrunao que significa "tigre cortado" . Fue sin dudas, uno de los más importantes líderes indígenas de la historia argentina. A lo largo del tiempo, su figura se ha ido agigantando e incluso, su desaparición física es aún un misterio lo que contribuye a que una aureola casi mítica rodee su memoria.

Por Mirtha Susan Rodríguez y Estela Casado

Nace alrededor de 1806, fue un irreductible, un emblema de los "hostiles" y nunca firmó un acuerdo o tratado con los blancos; sin embargo, hay sobrados testimonios de su voluntad por convivir en el país que se estaba construyendo. Como los demás caciques defendió sus territorios y a su gente, pero eso no le impidió llevar adelante negociaciones e intentos en aquella dirección.

Calfucurá en la rogativa de Salinas Grandes en marzo de 1859 lo describe:

"Pincen, libre, ligero y valiente como un halcón, y que vive haciendo correrías para imponer miedo o respeto a los blancos audaces, siempre dispuestos a avanzar sobre nuestra tierra querida".

No fue solo un guerrero, fue un hombre de conocimiento, un líder espiritual, PIN..: el que habla - CEN: lo sagrado.En realidad sería gñempin, (dueño del decir).

Se cree que su transhumancia constante se debía no solo a su carácter de cazador nómade, sino a la necesidad de llevar su palabra entre los hermanos, difundiendo los valores de la cultura ancestral. Reconocido amansador y cazador de pumas y jaguares, solía prepararse la noche previa danzando alrededor del fuego.

Guió a sus conas y a su gente en la lucha por la defensa de sus tierras, junto con los ranqueles del norte pampeano y los salineros de Calfucurá y Namuncurá, aunque siempre manteniendo su autonomía. Esta característica sumada a su valentía, lo hicieron ser uno de los más respetados, incluso por sus adversarios militares.

Se desplazaba por un amplio territorio que se extendía desde las Sierras de la Ventana y Cura Malal hasta la actual provincia de La Pampa. Esta comunidad es dispersada entre 1815 y 1820 por el ejército argentino y grupos de vorogas. Una parte queda sometida en la región mientras que otro grupo en el cual se encontraba el joven Pincén y su padre Ayllapan y su madre Amuypan, marcha hacia el norte siguiendo la ruta del Chadileuvú (rio Salado) dirigiéndose al territorio ranküllche. En esta retirada iban acompañados por otros grupos vorogas.

Era bilingüe, por eso le decían indio ladino, porque hablaba correctamente el español y el mapudungun, luego hace pareja con la hija del cacique Rinqué en tierra Ranquel y se cría como tal. Siendo muy joven decide formar su propia tribu con 24 guerreros, 24 amigos que deciden acompañarlo. De esa manera se forma un ejército de primera, el caballo y él eran una sola persona prácticamente. Se transmitían el pensamiento con el animal, no necesitaba gritarle ni pegarle, no había riendas, lo manejaba con los talones. Dicen los partes militares que lograba que sus guerreros legaran hasta los piquetes de los soldados con los pechos baleados y con un hálito de vida suficiente como para intentar ultimar al soldado que lo había herido.

Su origen étnico es hoy materia de debates y discusiones, lo que también coadyuva a es hálito de misterio que envuelve su figura. Algunos autores lo consideran como un hijo de padre boroga chileno y de madre cautiva blanca. Otros sostienen que pudo haber sido criollo blanco cautivado de muy niño (aproximadamente 3 años) y criado posteriormente en las tolderías de Carhué. Creemos que Pincén fue efectivamente un mestizo y probablemente un tehuelche-mapuche como sostienen otros autores.

En este aspecto entra en juego la relación algunas veces conflictiva, pero también existente en el mundo indígena, con los hermanos mapuches, los ranqueles y demás "pampas" de la región, sustentada en la percepción de que Pincén y su gente pertenecerían a un origen étnico más ancestral, antiguo, en donde prevalecía el modo de vida cazador, la ligazón profunda y espiritual con el jaguar, "el tigre" que constituía uno de los ejes fundamentales de su cosmovisión y linaje, y sus reiteradas afirmaciones de que él era un indio con origen en las pampas argentinas.

En 1875 Pincen logra equiparar a los grandes cacicazgos con 1500 a 2000 lanzas a su cargo. Le llega un poco tarde el poderío, ya tenía cerca de 70 años, pero así y todo lideraba.

En noviembre de 1878, en vísperas de la autodenominada "conquista del desierto" y cuando se encontraba asentado en Malal Có, al lado de la laguna del mismo nombre, a unos veinte km al norte de la actual ciudad de Santa Rosa, cayó prisionero del Ejército, mientras su comunidad era destruida y dispersada.

​El Estado argentino violó así no solo el Tratado firmado en 1873 adonde reconocía los territorios comunitarios sino los distintos compromisos adquiridos a través de un sostenido intercambio epistolar entre el cacique y las autoridades nacionales.

El fin de la comunidad histórica implicó que el lonko y varios miembros del lof fueran tomados prisioneros y remitidos a la Isla Martín García. Los guerreros fueron fusilados, destinados a la Marina o a trabajos forzados en la zafra tucumana. Las mujeres mayores fueron obligadas a casarse con soldados o bien fueron incorporadas al servicio doméstico. Las más jóvenes tuvieron suertes diversas y los niños fueron regalados a familias adineradas en calidad de sirvientes.

Cuando es capturado. Estanislao Zeballos y el Perito Moreno le piden a Roca que los deje fotografiar al especimen, lo trasladan a un estudio fotográfico en Retiro, de un Sr. que se llamaba Pozo, convocan a la prensa, periodistas del diario La Nación, del diario de La Pampa, colocan unos fardos y lo fotografían con toda su familia, estaba triste y asustado porque pensaba que la cámara le robaba el espíritu a la persona, este testimonio es comentado por uno de sus descendientes.

Roca necesitaba mostrar al gobierno que tenía un indio de real valía, mostrar "la figurita", entonces le sacan otra más, donde le quitan la camisa, le cuelgan unas boleadoras y traen una lanza del museo de Moreno, donde lo convencen de que había pertenecido a Itarpayu, Pincén accede a hacerlo porque en cierta manera era una placa para el futuro que lo podía mostrar como realmente era.

La intención de los "coleccionistas" por nombrarlos de alguna manera, era exhibirlo también como un salvaje porque el rédito era mayor para su reputación.

El lonko permanece cautivo en la Isla Martín García varios años, hasta que en el año 1882 le solicita la libertad al coronel Villegas, y aquí hacemos un paréntesis y, volvemos años atrás para contarles que en su momento Pincén, le había perdonado la vida a este coronel en una emboscada, teniendo la posibilidad de matarlo no lo hace, ordenándole a su gente:

"No maten al Winka lo voy a enviar como correo a Buenos Aires para que le diga a su jefe que el remington (obviamente se refiere al fúsil que utilizaba el ejército argentino), no sirve para mí".

Fue liberado en 1883, yendo a vivir a un campo de Junín; sin embargo, rumores de que estaba preparando nuevas rebeliones produjeron una segunda detención y traslado otra vez a la isla, que para entonces se había convertido en un inmenso campo de concentración de prisioneros indígenas, donde además morían de viruela, la mortandad era tremenda, incluso tenían su propio crematorio.

Y ahí se pierde su rastro, que ingresa de lleno en la leyenda. Un relato da cuenta de una fuga de un grupo de prisioneros en una yegua blanca que habría llevado a Pincén hasta las costas del Uruguay atravesando las aguas del Río de La Plata, muy bajas en ese lugar; otras fuentes dicen que lo vieron despidiéndose de sus parientes por los pagos de Trenque Lauquen antes de dejar estas tierras para siempre y en Bordenave, cerca de Puán, al sur de la provincia de Buenos Aires, la cercanía de la laguna de Pincén, además de otros relatos, hacen pensar a sus pobladores que por allí pudo haber terminado sus días el cacique, mirando al sur, a las sagradas sierras de Curamalal.

Su espíritu regresaría algo más de un siglo más tarde cuando los descendientes comenzaron a reavivar su memoria y en el caso del lof Vicente Catrunao Pincen, a reconstruir la comunidad perdida.

Con Pincen finalizamos las historias de estos caciques, con la intención de haber despertado en Uds. la curiosidad por conocer mas a fondo nuestros orígenes.

¿Podremos recuperar con los procesos de reetnización de muchos grupos de descendientes de los distintos pueblos; la revitalización del ciclo de ceremonias y la revalorización de la espiritualidad originaria, la difusión de los valores indígenas al conjunto de la sociedad, como la defensa de la Madre Tierra, el cuidado de todos los seres vivos y la búsqueda del equilibrio humano con el Universo todo, al cual pertenecemos?

En uno de los escritos del padre Hux, comenta que otro cacique al que llamaban Foyel Payllakamino, luego de su captura repetía una y otra vez una frase que hoy ya es una enseñanza:

Nuestras tribus eran nómades, pero nunca robaron ni molestaron a ninguno de los huincas.
Esa era la vida de nuestros antepasados.