MUJERES ABORÍGENES 

09.09.2023

Por  Estela Casado y Mirtha Susana Rodríguez

Esta es la primera parte de la historia de las mujeres aborígenes, particularmente ranqueles. Ellas relatan lo que ocurrió durante la llamada "conquista del desierto" y los procesos posteriores. La re-vinculación entre ellos y la organización como comunidades para reivindicar su historia y su cultura.

Como mencionamos en otras oportunidades el proyecto de Roca estuvo asociado a "limpiar", término usado en su correspondencia -con todas sus connotaciones- de indios las pampas. Utilizó para ello estrategias combinadas quebrando su control del espacio, reduciendo sus efectivos a través de la muerte o de su captación pacífica, haciendo que en este caso se sumaran a la persecución de su propio pueblo, o bien privándolos de hacienda, lo que los obligaría a someterse o emigrar. El hambre y las enfermedades como la viruela contribuyeron a la derrota.

Sobre mujeres y niñas también se toman disposiciones en relación a la forma de vida de pareja y familia: La memoria de Guerra y Marina admite que la mayoría de las indias fueron distribuidas en las familias acomodadas de la ciudad para servir a cambio de un plato de comida y una cama en el fondo de la casa. Muchas niñas no vieron nunca más a sus padres. Trabajaban todo el día, no recibían instrucción adecuada y a las mujeres se las separaban de sus esposos, novios y obviamente de sus hijos/as.

Manuel Prado, testigo de aquellos días citado por Estévez en "Conquista de La Pampa", decía de la condición de las mujeres: "Estas Infelices" a las cautivas indias que estaban en los fortines, y cuenta que se resignaban al destino y se quedaban esperando el momento de su liberación. Preferían quedarse porque en caso contrario "se las arrearía", a la isla Martín García o a servir de "chinitas" en las distinguidas casas de Buenos Aires esto se relata en (Carta del ministro de Guerra al Gobernador de Tucumán en Boletín Oficial de esa provincia).

Queremos destacar que el material que nos posibilitó acceder a los audios, titulado "Siempre estuvimos aquí"- Ejercicios para visibilizar la historia de los pueblos indígenas; fue posiblea través de un trabajo sostenido en vinculación con las comunidades del pueblo ranquel en la provincia de La Pampa y la Coordinación de Educación Intercultural Bilingüe mediante la cual se llevó adelante la propuesta de elaboración de este documento que recupera miradas y voces, en forma de lo que denominan "ejercicios de memoria", a fin de conocer y comprender desde adentro la historia y caminar de la cultura y el pueblo rankülche, con el fin de rescatar memorias e historias de estos pueblos y ponerlas a circular en las instituciones educativas con un profundo sentido reparador de la deuda histórica para con estas poblaciones, efectivizando a su vez el cumplimiento de sus derechos.

Es un hecho educativo auspicioso que invita al debate de una temática y poneen relación perspectivas históricas que reflejan diferentes modos de vinculacióncon el pasado y la historia en nuestra provincia. Particularmente, este trabajo viene a recuperar sentidos y otorgar presencia y voz a aquellas historias que fueron silenciadas por la historiografía tradicional; recobrando, además, procesos complejos en una trama de voces que entrelazan historias y memorias del pueblo ranquel en una relación permanente entre pasado- presente.

Al decir de un educador y pensador indígena:

"Es revertir en alegría el sufrimiento experimentado por la negación de la identidad propia... Precisamente, el paradigma de la interculturalidad plantea un abanico de posibilidades para problematizar y debatir en torno al estar y el ser indígena de hoy, de ayer y de mañana."

No podíamos dejar de mencionarlo porque valoramos la iniciativa del Ministerio de Educación de La Provincia y obviamente a todos los que posibilitaron la realización del mismo.

Con respecto a la relación de la mujer con el territorio, Lonco Diana Oliva

A mi me gusta entender la historia como "pueblos en tiempos de libertad" y "pueblos después de la conquista del desierto".

En tiempos de libertad el territorio era comunitario, nada era de nadie, todo era de todos, esa es la primer lógica ecológica y armónica que todos los pueblos indígenas del mundo y pueblos indígenas americanos, argentinos y pampeanos en este caso, hemos tenido en la actualidad con la naturaleza.

Posterior a esto la situación cambia, los pueblos son corridos de su espacio y obligados prácticamente a sobrevivir en una cultura impuesta y que se iba a instalar. Aquellos pueblos que fueron corridos de esos espacios, perdieron esa vinculación y esa relación inherente que tenemos nosotros los pueblos con nuestro territorio.

En ese corrimiento de desarraigarse del espacio en el que uno estaba ubicado, imaginen lo dificultoso que debe haber sido para muchos miembros de familia y grupos, sostener prácticas culturales que dependían exclusivamente del apego con la naturaleza. En momentos de pos conquista sostener la cultura y poderla ejercer cotidianamente de la manera que había existido en tiempos de libertad fue muy dificultoso porque lo que no tenían era lo más importante, sus tierras.

La territoriedad que las comunidades y pueblos tenían anteriormente cambió, pero no se fue ni tampoco murió esta necesidad comunitaria de volver a relacionarnos con la naturaleza ni bien volvimos a estar juntos. Cada grupo dentro de un pueblo ha tenido diferentes destinos, algunos pudieron sobrevivir como en el oeste de manera muy agreste, de manera muy dura con el clima, otros fueron corridos a otras provincias y se tuvieron que adaptar a nuevos territorios y a una cultura que no era propia, mientras que otras comunidades tuvieron que reacomodarse volviendo al territorio con el paso de las décadas y rearmarse nuevamente. Esta es la situación que nosotros tenemos hoy respecto de nuestro territorio, para los ranqueles y para todos los pueblos de La Pampa, de Argentina y creo que los pueblos indígenas del mundo.

Nosotros no tenemos identidad si no tenemos tierra, porque un individuo viviendo en un lugar urbano, que no puede encontrarse con su par, que no puede encontrarse con nuestra machi ni en una ceremonia, pierde total identidad. La migración de nuestros hermanos indígenas del oeste, la separación física de nuestras comunidades, a nosotros nos ha generado un perjuicio que es la incomunicación y la pérdida de identidad.

Con el tiempo trabajando como movimiento comenzamos a detectar nuevamente a las comunidades y trabajar esta idea de que ser indígena no es un delito ni una cuestión mala, replanteándonos nuestra identidad en la urbanidad, pero claramente, sostener a una comunidad en un lugar en donde no se puede compartir espacio territorial es dificultoso para la supervivencia, por eso es importante que se comprenda que la identidad está arraigada de manera directa a la naturaleza y de manera directa al territorio, eso es algo irrenunciable, ese es el pedido que las comunidades hemos hecho a Argentina por ser preexistentes desde el momento cero que comenzamos a transitar esta causa.

En la cosmovisión indígena ranquel, la Madre Tierra se piensa y se vive desde significados más complejos a los que tienen las sociedades occidentales y desde una mirada ecológica. Desde esta concepción, el territorio no es sólo un pedazo de tierra, sino que, debajo de esa tierra hay una relación de plantas que se están vinculando por sus raíces, hay una parte superficial donde están los pájaros, donde está el viento, donde hay agua, donde uno puede cosechar un fruto, donde puede mantener la vida de otro ser.

Asimismo, no hay ningún pueblo indígena de América que no haya sido ecológico con el territorio que utilizaba y esto es, porque los pueblos, durante miles y miles de años entendieron que dependían de manera directa de la Madre Tierra contrariamente al mundo occidental, que ha sabido depredar a la naturaleza de una manera muy sistemática, por eso, tanta extinción de animales y hasta de esclavitud humana. La cultura occidental de manera antropocéntrica cree que es DUEÑA de la montaña, de los animales, de la tierra, de los ríos, es decir que tenemos una cosmovisión distinta a la vida occidental.

Esta relación con la Madre Tierra, significa el respeto al río, a la montaña, al animal, al viento, al sol y a la luna, porque las personas son y se sienten parte de un todo mucho más grande, porque hemos entendido desde el momento de nuestra existencia, que la Madre Tierra es la dadora de vida, la creadora de nuestra vida y la que nos permite proyectarnos como seres humanos. Pensemos en los pueblos indígenas antes de la urbanidad, el espacio de vida era todo orgánico desde lo que se comía hasta en donde se vivía, en espacios comunitarios rodeados de la naturaleza en donde tenía que interactuar con el día de lluvia, con el frío, con el calor.

Trato de proyectarme hacia el pasado cuando mis antepasados vivían en tiempos de libertad y en donde su relación con la naturaleza era directa, esto no puede darse hoy en un lugar urbano. Las mujeres que se han profesionalizado en nuestras comunidades cuentan con tiempos diferentes al que contaban nuestras abuelas y mamás que se quedaban en sus casas disponiendo de ese tiempo para enseñar a sus hijos cuál era la medicina tradicional o como traer un bebé al mundo, costumbre que seguimos manteniendo en nuestras comunidades.

Pensar la situación del territorio y la mujer en la actualidad es muy distinto a como funcionó la mujer en tiempos de libertad, por eso es importante de entender que son etapas de un largo proceso en el cual la mujer se fue adaptando a nuevas condiciones de supervivencia.

La mujer enseña a hacer huerta, enseña cerámica, enseña el tejido en telar, sostiene toda esta vinculación con nuestros animales, con las plantas, con la naturaleza. Les enseña esto a los pichoncitos, el cómo funciona por dentro una familia y cómo se relaciona culturalmente con ese espacio sagrado que tenemos. Porque, para nosotras, la ñuke mapu no es un pedazo de tierra, sino que es una relación con las plantas, raíces, pájaros, viento, agua y en donde uno, puede desde cosechar un fruto, hasta preservar la vida de otro ser.

Nosotras aquí en La Pampa tenemos algunas experiencias de restitución de pequeños pedazos de tierra, que en comparación con lo que teníamos son pequeñísimos, en realidad falta todavía que se pueda comprender desde la provincia cual es el sentido que las comunidades le dan a los territorios.

Lonco Ana María Dominguez

Ya se sabe, que donde están las comunidades reclamando territorio es porque no tenemos espacio territorial, y no lo reclamamos porque queremos volvernos ricos, no es así, nosotros vemos los territorios como un hábitat, estamos arraigados a la libertad, en donde ni siquiera hay alambrados, ni hay límites territoriales.

Los gobiernos saben que en donde nosotros reclamos un territorio, lo reclamamos con justicia porque fuimos despojados de él mediante tratados que se rompieron. Nos despojaron del territorio por medio de la invasión bélica, las consecuencias fueron terribles porque aún hoy seguimos recuperando los restos de los cadáveres de nuestros antepasados de los museos.

Existe la presencia de sepulturas que determinan la legitimidad de nuestros territorios. Nosotros estamos reclamando un espacio espiritual, un espacio en donde existen vestigios de nuestros pueblos, en donde dejamos la presencia innegable de nuestros ancestros.

Hay una memoria ancestral y una presencia de sepulturas y sitios ceremoniales que determinan que allí habitaban grandes comunidades ranqueles. Sabemos, cómo muchos colonos se han beneficiado con nuestros territorios, fíjense, que casualidad, nunca estos colonos, han reclamado territorios inhóspitos, solo reclaman los territorios en donde hay riquezas naturales para poder explotarlas.

Nuestros territorios fueron cedidos en la época de la colonia mediante leyes que así lo establecían, creándose allí, grandes pueblos para su desarrollo y el crecimiento agrícola ganadero.

Se están yendo nuestros padres y nuestros abuelos, no queremos que la promesa se vuelva a incumplir...