LA PATRIA NACE DEL EXTERMINIO DE LOS PUEBLOS INDIGENAS Y DEL ROBO DE SUS TERRITORIOS- PARTE II

03.12.2024

Por Claudia Andrea Gotta

Una cuestión principal que voy a poner en juego es la historia de las profundidades ancestrales de los pueblos naciones indígenas u originarios - no importa como le llamemos- cada uno tiene un nombre, su lengua, son múltiples, numerosos, en lo que hoy es esto que se llama América, que Martí llamó a fin del siglo 19 "Nuestra América" y que también hoy usamos nosotros en lengua Kuna, que es Abya Yala y de la que tan poco conocemos.

Cuando yo ingrese a la facultad en tiempos de dictadura -quería ser arqueóloga, pero esa carrera estaba cerrada- la materia en la que hoy estoy a cargo no existía. Es algo en lo que yo invito siempre a pensar a mis estudiantes, ¿Por qué no existía? ¿Cuál era el peligro que encerraba conocer esta historia tan lejana en tiempo, incluso en espacio, porque de lo que más se habla es de las formaciones estatales más complejas de lo que hoy es el estado mejicano o alguna parte de centro América, de lo que hoy son países andinos como Perú y Bolivia y con muy poca alusión, más, desde que se ha recortado el espacio de dictado a lo que pueden ser las relaciones con el noroeste profundo de nuestro país.

¿Cuál era el peligro de que esta materia se dictara en periodos dictatoriales? Sin lugar a dudas, esta es una invitación a pensar desde otros lugares no solamente la vida etérea del buen vivir, esta idea de la cooperación y la reciprocidad que interpela las desigualdades que muchos de nosotros hemos naturalizado por tiempos inmemoriales. Esta interpelación que el mismo Kusch pone en juego con tanta antelación siendo tan desoído y combatido por la academia de su tiempo por pensar otros tiempos y otros espacios.

Esta idea de una historia única y que hoy, -y desde hace algunas décadas- viene siendo cuestionada en cuanto a tener una única concepción de la línea temporal, una noción de espacio chato, ese espacio de la cartografía cartesiana que es propio del colonialismo eurocéntrico y que nos formó desde que iniciamos en la escuela pensando que el espacio es el mapa. Lejos está esa concepción del espacio en los tiempos indígenas. Hace pocas décadas se está invadiendo a las teorías decoloniales, las teorías pos coloniales, a la idea de la transmodernidad que se plantea hoy y que Kusch ya mencionaba hace tantísimas décadas. Cuando yo era una reciente graduada me negaba pensando que era algún otro tipo de experiencia que no servía para esta formación que a mí me interpelaba y que me habían impuesto para poder armar una materia desde lo académico.

Sin lugar a dudas eso cambio, como también cambió la forma de estudiar y enseñar sobre los pueblos originarios indígenas, aprender desde estos pueblos; -ahí apareció Kusch-, eso fue un proceso, no puedo decir que desde el comienzo yo pensé la historia como la pienso hoy. Desde el comienzo no pensé en la necesidad de repensar la historia, la memoria es necesaria como herramienta política para interpelar el presente, yo no lo tuve en claro desde el comienzo, seria de más mentirosa e hipócrita si no lo expresara porque eso, tuvo que ver con un proceso por el cual yo atravesé y que no nació en los libros, nació en los territorios, con la militancia, con el acompañamiento en las luchas. Necesitamos de modo urgente aprender desde otros saberes necesarios y por supuesto, participar de esas ceremonias rituales en el plano de las creencias que constituyen también espacios de resistencia.

Este fue un proceso del cual no solamente no reniego, sino que agradezco por ser mejor persona, mejor amiga, mejor madre, mejor militante. Esto me llevo a comprender la obra de Kusch desde otros lugares. La clave de esta historia de la América Profunda que él plantea como la necesidad de continuidad del pasado en el presente, una concepción que plantea la traición de la historia, de esa historia europeizante de los grandes hombres desmembrados y desvinculados de las gestas populares, una historia académica que no está puesta al servicio de construcciones políticas.

Cada vez que comienzo un nuevo año académico con mis estudiantes, lo primero que hago es plantearles la extrañeza con la que se van a encontrar al recorrer esta historia, casi todos saben mucho de los faraones, hasta de los fenicios, pero no conocen la historia de este suelo profundo, de este lugar en donde todavía intentamos seguir siendo. A esta historia no la conocen y no es casual que no lo hagan porque en realidad, los planos en los cuales recorremos la materia historia, hoy es resumida en ciencias sociales.

Cuando bien pensamos esta historia, rompemos la memoria de esas estructuras impuestas de lo que hay que recordar y de lo que hay que olvidar. Una concepción europeizante dice, que una nación se construye cuando hay un acuerdo entre lo que se debe recordar y lo que se debe olvidar.

Kusch plantea repensar el mundo abregando en esa honda concepción de la vida, de las deidades, lo divino de lo sagrado, lo que implican las dualidades de opuestos que son a la vez complementarios, lo que implica pensar un espacio que tiene espesor, distintas experiencias y sacralidades, "recién cuando uno recupera todo esto", puede pensar esta otra forma de concebir la nación y el estado plurinacional y pluricultural, rompiendo ese esquema que nos encorsetó y que dejó tan lejos a ese don, a esa visión popular -bien entendida- en la política.

Muchos de nosotros pertenecemos, incluso, nos enorgullecemos de gestas en las que participamos en lo popular, pero es algo que nos está costando muy caro porque aún, cuando una agrupación u organización indígena se planta y pregunta: ¿Adónde estamos nosotros en ese diseño? ¿Dónde está la voz, la participación y además, la forma de pensar política que tienen los pueblos indígenas que son variadas? Porque además, la riqueza de este mundo ignorado, subestimado, subalternizado y negado en muchos lugares, es diversa.

No se está teniendo en cuenta que los espacios como los que ellos habitan hoy son los más habidos para el mercado y el capital.

Si ustedes pudieron escuchar el discurso que dio Petro ante las Naciones Unidas -Presidente colombiano- fue un gran homenaje a Kusch, él hubiera estado muy feliz de escuchar a un mandatario que llega a ese espacio para decir cuanto han condenado a uno de los países más bellos y más diversos de la América profunda, condenando a una planta de coca que genera menos adicción que la avidez por la ganancia, el dinero, el petróleo y el carbón, en un mundo en donde el poder está totalmente concatenado con el mercado y el capital.

Hoy los pueblos naciones indígenas de toda esta América Profunda está siendo asediada por ese capital.

Nos han colonizado con la forma de pensar , la ciencia sobre todo, esa a la que Kusch condenaba por su inservibilidad y su servilidad por el poder.

Los territorios que aún hoy habitan desde tiempos ancestrales muchas de las comunidades de los pueblos naciones indígenas, son los lugares de mayor reserva, de esto que los mercados llaman "los recursos" y que nosotros llamamos, "los bienes comunes, naturales, los bienes de la Madre Tierra", desde el litio, las grandes reservas mineras, las reservas de diversidad forestal, el agua.

A poco tiempo del mundial nuevamente se van a paralizar las voluntades que necesitamos. -estemos atentos con eso- Los qataríes adquirieron tomas de las fuentes de los ríos más ricos de la Patagonia, aguas de deshielo, de glaciar, estos espacios fueron comprados por los principados qataríes porque básicamente, necesitaban agua para el mundial.

Esto que nos está pasando y que desconocemos, tiene mucho que ver con como seguimos mirando estos lugares, con la lejanía lo hacemos, con este racismo estructural que estructura varios aspectos institucionales de nuestro país. Tenemos una educación racista y estructuras funcionales y funcionarios que son racistas.

El racismo y el colonialismo nos han signado a seguir repitiendo los errores que nos advertía Kusch hace más de cinco décadas. Cuando escribió "América Profunda" describió claramente como seguimos pensando desde otro lugar que no es el nuestro.

Los caminos están y han sido transitados por siglos, por milenios, son caminos que están en distintos niveles de la vida, nos están esperando simplemente. El problema es cuando vamos a poder despojarnos de todas esas carcazas que tenemos. La universidad es un espacio que todavía tiene que sacarse ese atuendo universitario que nos impide intervenir en otras experiencias que nos permitan participar con el sentir, con emocionarse, y que nos pueden llevar a otro tipos de confesiones.

Cuando en el 2009 pude crear la cátedra "Saberes, Creencias y Luchas de los Pueblos Originarios" -en ciencias políticas-, pudimos propiciar espacios ceremoniales y vivenciar colectivamente algunos rituales que son vistos con cierta sorpresa vergonzante en los espacios académicos. Pensar a los pueblos indígenas a través de algunos referentes como sujetos políticos necesarios para este cambio de época que queremos gestar y propiciar en acción concreta, aún está bastante lejos de consolidarse. Por este motivo esta cátedra fue creada en ciencias políticas y no en Humanidades, que está plagada e infectada con viejos conceptos de tomar a los pueblos originarios como objeto de estudio.

A partir de esa experiencia y de la valoración en los claustros de estos otros saberes y creencias, en la que no había mucha asistencia, era una cátedra libre, pero con una interpelación, no iban docentes, ni siquiera quienes trabajaban conmigo, iba un público estudiantil y que no pertenecía a lo académico, sin embargo, sirvió para que muchísimos estudiantes comenzaran a reconocerse como descendientes de los pueblos indígenas. Esto dio lugar a las primeras becas de estudiantes indígenas y después, al programa intercultural que va a cumplir 10 años y de los cuales ya tenemos un médico y dos enfermeros indígenas.

Esto no es anecdótico, había que instalar el tema como una provocación, porque de pronto, estas otras voces que nunca habían tenido un lugar, planteaban otra forma de pensar el mundo, la vida, pero también la política, y en esto, aún estamos en deuda hoy, puntualmente con los pueblos naciones que aún habitan el territorio de lo que es hoy el territorio de la Nación Argentina.

Esto nos esta llevando hoy a una situación muy poco conocida y realmente preocupante, en estos escenarios el capital y el mercado con vinculaciones del mundo exterior o internacional, tienen la mirada en los territorios que nosotros seguimos viendo como pobres. Allí se han formado espacios de conformación de la derecha más recalcitrante y son muy poco conocidos. Estoy hablando de:

  1. Consenso Bariloche
  2. Consenso Comarca Andina
  3. Consenso Tucumán
  4. Campo + Ciudad

Este último espacio -4- fue muy conocido por un señor vestido de gaucho diciendo: "quiero que me devuelvan el país que me robaron" planteando un país pre 45 sino casi del tiempo "Alberdiano", una noción de la oligarquía terrateniente que quiere volver a creer en un país solamente para ellos. Estos son cuatro espacios de gran resistencia de convivencia con el mundo indígena y que tiene otra concepción sobre la vida -ojo, yo no idealizo a el mundo indígena- están aquellos que están contaminados y son meros punteros o pastores, pero cuando un indígena no ha sido contaminado tiene una forma de existir que a esta gente le molesta.

Las banderas de estos cuatro espacios tienen la bandera de la propiedad privada, la tradición y la patria, que es la patria de ellos, por supuesto.

De ellos, pensada por ellos y solamente para ellos. Estos son los cuatro grandes espacios desde los cuales se están gestando alianzas impensables como son la presencia israelí, presencia de emiratos árabes, qataríes, carapintadas y los terratenientes usurpadores más grandes de la historia con respecto al saqueo y a la violación cotidiana de los derechos en territorios indígenas. 

De esto nadie habla y ahí está el gran enemigo de todos, ni siquiera de un proyecto, sino de todos los que pensamos en una patria justa, libre y soberana.

Las victimas cotidianas de este proyecto son las comunidades en donde no se respeta ningún tipo de corpus legal ni tampoco, tratados y convenciones que nuestro país ha firmado en el ámbito internacional. 

Esto no es casual y no es un problema de las comunidades indígenas pero en tanto, no concibamos este pasado ancestral como parte de nuestra historia no podremos pensar un nuevo proyecto de nación, una segunda independencia para todos, todas y todes, porque el enemigo de siempre, es la oligarquía terrateniente que estuvo presente en la conformación del estado nación de 1853 a 1984 y que sigue pensando que este país es para ellos solamente. 

El estado argentino se construyó a partir del saqueo del territorio indígena, esto no lo podemos negar porque en realidad, la territoriedad y la noción de territorio -no simplemente de tierra- solamente está clara en esos lugares hoy preservados por las comunidades. Esta no es una historia que podamos cambiar, pero sí podemos hacerlo desde el aquí y el ahora. Este es el gran desafío de pensar la Matria o Patria desde otro lugar.