LA MATRIZ COLONIAL QUE NOS ATRAVIESA

01.10.2024

Este análisis extraordinario de Claudia Andrea Gotta, Historiadora, Educadora Ambiental y Militante por los DDHH nos obliga a construir nuevos pensares para hacer frente a lo que siempre nos hicieron creer, que nuestros futuros dependen de un único sistema, el capitalismo y la modernidad. Un engaño que nos mantiene enyugados hace más de 500 años.

Si analizamos la expansión colonial europea desde el punto de vista eurocéntrico que es el análisis hegemónico, lo que tenemos es una imagen, -en que los orígenes del sistema mundo- limitado a la concepción capitalista que se produce básicamente por la competencia interimperial entre los imperios de ese momento.

Me refiero a esa búsqueda de las rutas hacia el oriente que derivó en el mal llamado "descubrimiento" que no fue más, que una invasión de lo que luego se denominó América y la colonización consecuente por parte de la monarquía castellana.

Este proceso, creó un mercado mundial capitalista -siempre desde el punto de vista eurocéntrico- produciendo un nuevo sistema mundo y desde ese mismo punto de vista que sigue siendo hegemónico. El sistema mundial fue concebido fundamentalmente como un sistema económico que determinó el comportamiento de los principales actores sociales mediante la lógica económica de obtener ganancias.

Como vemos, este concepto de capitalismo implicado con esta perspectiva, privilegia las relaciones económicas impuestas sobre otras relaciones sociales que también se impusieron. En consecuencia, la transformación en las relaciones de producción generadas por esa expansión colonial europea a nivel mundial, dio lugar a una nueva estructura de clase, típica del capitalismo en oposición a los otros sistemas sociales y a las otras formas de organización de las llamadas "civilizaciones" pre capitalistas que yo prefiero llamar, no capitalistas, porque el capitalismo no es un fin en sí mismo.

En los paradigmas de la economía política, entonces, los análisis de clase y las transformaciones económicas estructurales fueron privilegiadas sobre las otras relaciones de poder e impuestas. Siguiendo a Ramón Grosfoguel , sostenemos que lo que llegó a fines del siglo XV, no fue solamente un sistema económico de capital y de trabajo, con el fin único, de producir mercancías que pueden venderse y que debían, y fueron vendidas en el mercado mundial para obtener grandes ganancias.

Si bien eso fue y sigue siendo una parte crucial, de ningún modo, fue el único elemento de ese entramado paquete de poder que se impuso desde fines del siglo XV, concretamente, desde el XVI en adelante. Lo que llegó a lo que hoy se llama América, fue una intrincada estructura de poder mucho más compleja, extensa y profunda, que no puede reducirse a una perspectiva meramente economicista del sistema mundo.

El mismo Grosfoguel nos dice:

Lo que llegó a América fue un nombre europeo, capitalista, militar, cristiano, patriarcal, blanco y heterosexual. Llegó así entonces con él a este "nuevo mundo", otros tiempos, otras concepciones del tiempo y también del espacio y de manera simultánea se establecieron, por no decir, se impusieron, jerarquías globales de dominación, todas ellas imbricadas entre sí. Son 16 pero voy a citar la cuarta, que dice:

LA JERARQUÍA ETNORACIAL GLOBAL privilegió de una vez y para siempre a los llamados "occidentales" sobre los no occidentales. En este sentido este entrelazamiento de estas jerarquías inicia a partir del siglo XVI e impone una nueva idea de "civilización" que para fines ya del siglo XIX se impuso o cubre, toda la vida humana planetaria.

Es un entrelazamiento de jerarquías globales, múltiples y heterogenias, todas ellas formas de dominación y explotación, sexuales, políticas, económicas, espirituales, lingüísticas y por supuesto raciales imbricadas y enredadas -como dijimos antes- bajo una complejidad particular. En esa implicacion la jerarquía etnoracial de la línea divisoria entre lo occidental y lo no occidental reconfiguró de manera transversal todas las demás estructuras globales de dominación, de allí, la importancia del racismo o de los racismos.

Este énfasis del elemento etnoracial en la perspectiva de la colonialidad del poder es una vieja idea, no la acuña Grosfoguel, sino que él mismo reconoce cómo esta ya está presente en Fanon, Duvois, Robinson y por supuesto, en todo el pensamiento radical negro de las américas acerca de cómo la idea de raza y de racismo son un principio organizador que estructuró todas las múltiples jerarquias de dominación impuestas por el sistema mundial.

La jerarquía global de género también se ve afectada por la idea de raza por la raza, al contrario de los patriarcados pre europeos en las que todas las mujeres eran inferiores a todos los hombres, en este nuevo sistema de dominación colonial una minoría de mujeres de origen occidental tienen, y lo tienen hasta el día de hoy, un estatus más elevado y muchas veces mejores condiciones de vida en tanto a esa idea de "mayor acceso a recursos", algo que nosotros tampoco compartimos, hablamos de bienes comunes, esa minoría de mujeres puede terne un acceso a una vida básicamente privilegiada frente a la mayoría de todos los hombres del mundo no occidentales. Esto cambia por lo racial.

El patriarcado europeo de la cristiandad y también las nociones europeas de sexualidad, epistemología y espiritualidad se exportaron al resto del mundo mediante la expansión colonial como criterio único y hegemónico para racializar, clasificar y también patologizar a las poblaciones en jerarquías de razas superiores y por supuesto, razas inferiores.

Cómo todos sabemos la colonialidad no es lo mismo que el colonialismo, no se deriva de la modernidad ni antecede a ella, la colonialidad y la modernidad constituyen las dos caras de una misma moneda, en ese sentido vale pensar que esta modernidad identificada aquí por Grosfoguel como el sistema mundo occidentalocéntrico o cristianocéntrico, capitalista, patriarcal y moderno colonial. Es una civilización que porta o tiene un sistema económico como lo conceptualiza todo el pensamiento descolonial desde nuestro sur global y no como lo piensa el eurocentrismo, un sistema económico que produce una civilización.

Esta concepción sigue siendo hoy sostenida por el pensamiento de izquierda más occidentalizado. Esto es lo que los pensadores y pensadoras críticas de los pueblos indígenas, aborígenes, nativos, asiáticos y afros, es decir los nativos de todas partes del mundo nos lo recuerdan constantemente.

Esta civilización que se impuso como moderna occidental, es la que todos los pueblos indígenas del mundo nombran como la "civilización de muerte". No solamente -porque ha conllevado y sigue conllevando- la muerte de millones de seres humanos sino, porque conlleva en sí, la muerte también de todas las vidas no humanas.

Desde estas concepciones que brevemente expuse, nos vamos a acercar a pensar y a exponer algunos acuerdos sobre el concepto de racismo que en realidad es plural, hablamos de racismoS. Este pensar lo hago como argentina, concibiendo a mi país como un país colonial, colonizado, dependiente y subdesarrollado, por eso, nuestro gran desafío como sociedad argentina -que no es lo mismo que el estado argentino-, es superar, avanzar y terminar de una vez por todas con este racismo que es estructural en nuestra sociedad y que nos sigue atravesando.

Segales, dice que la blanquitud no es un color de piel, es una forma de pensar.

Seguir sosteniendo como sostenemos en nuestros países jerarquías socioraciales es seguir justificando la dominación y es seguir configurando una sociedad que no solamente es racista, además, también, es injusta.

Muchas de las instituciones académicas a las que pertenecemos, siguen reproduciendo esos esquemas racistas y colonialistas y por lo tanto, negacionistas y que siguen perpetuando desigualdades. No hay sistema que sea racista, machista, clasista que no traiga violencia. La violencia es propia de las desigualdades que emanan de estas situaciones.

Hemos sido educados y educadas por siglos para que pensemos o concibamos a estas violencias, la racista-machista-clasista como normales, las hemos naturalizado. Por lo tanto, debemos combatir el eurocentrismo o el occidentalocentrismo que sigue primando en las aulas y que reproduce estos esquemas racistas y colonialidades diversas. Sabemos que estamos ante una tarea y un desafío en el cual hay muchas cuestiones pendientes por pensar y por accionar.

En nuestros países el color de la piel se ha convertido en categoría política, hay una identidad creada y asociada a una carga histórica y a una forma de pensar a partir de esas categorías socioraciales.

Voy a contarles, que en Argentina y en plena pandemia, el primer debate público y con énfasis en el cual yo participé acerca de los racismos, surgió a partir del asesinato del hombre afro de 46 años llamado George Floyd en el vecindario de Powderhorn, Mineápolis, el 25 de mayo del año 2020. Así se instaló el debate sobre los racismos, como si esta realidad fuese espasmódica o inédita en el gran país del norte o prácticamente inexistente y ajena a nuestra sociedad.

Cuando sucedió esto fui partícipe de uno de los paneles de formación docente en mi ciudad, Rosario, Santa Fe, y lo primero que enfaticé, fue esta paradoja, en una ciudad racista como la nuestra, nos empujó la muerte del joven afro Floyd y de todas las muertes que le sucedieron, a partir de las marchas que fueron provocadas por ese asesinato y recordé que no hacía mucho, en el sur de mi país, participando de un congreso organizado por un sindicato de trabajadores de la educación en la provincia de Río Negro, había hablado en un panel sobre "el perfil del matable" en mi ciudad.

Esos matables, son los mismos que Galeano llama, "los nadies" los que valen menos que las balas que los matan, esos jóvenes que cruzan generalmente en bicicletas las barriadas de mi ciudad portando rostro y gorrita, esos que están condenados de antemano por el prejuicio racista o por los nuevos señores del poder y del dinero, este sicariato hegemónico que ya desde hace décadas ha dominado las territoriedades en donde estos jovenes viven y los han convertido en adictos descartables, o, cuánto mejor, en manos de obra esclava, puesto que todos son soldaditos adosados a sus bunkers.

Mientras, el perfil costero que ha cosificado el maravilloso río Paraná, mi río, un río que amo, se viste de grandes torres con la materialización del triunfo del contubernio narco sojero que predomina en las centrales portuarias y que es el mismo que juega en la elección de los candidatos y candidatas a dirigir nuestros destinos.

En 2020 cuando fue asesinado Floyd, paradójicamente comenzamos a hablar del racismo estructural en tanto que es una condición que incluye el fenotipo o la apariencia física de las personas, pero también, sus saberes, sus creencias, sus costumbres, todas ellas estereotipadas en donde el indígena es negro sin ser astro, dónde todos los orientales son lo mismo, es decir, tal como afirma la literata nigeriana, Chimamanda Ngozi Adichie, imponiendo estereotipos que además de ser falsos son siempre incompletos.

Todas estas personas racializadas que están excluidas del cuerpo ciudadano, sometidas a simetrías y jerarquías arbitrarias a las que se las define desde hace siglos por lo que no son, por lo que no tienen o cuando se les reconocen determinados atributos, estos son siempre descalificativos.

Podríamos remontarnos al comienzo de la misma modernidad colonialidad cuando a partir de la palabra indio que se impone en principio como la negación de lo que no es, es decir, todo lo no español pasa a ser indio.

Esto condenó a los habitantes originales de la Abi Ayala, a verdaderos dueños de todas estas territoriedades, a este término que los definió de una vez y para siempre por el no ser, -desde el no ser, desde lo que no eran- y ocultando con esa única palabra que además, sirvió para homogenizarlos negativamente, a toda la diversidad cultural de la población de lo que luego se llamó América.

Este racismo, estos racismos, son estructurales y decimos que son, porque siguen estando, gobiernan en estos tiempos y son todas lecturas equívocas sobre los otros, pero para nada ingenuas, están presentes y anquilosadas, decíamos, en las estructuras del estado pero también en la sociedad.

Podríamos escribir durante días ejemplos de cómo se reproducen estos racismos en el campo educativo, en el de la salud, en el jurídico, en el carcelario y por supuesto, en la política y también, como veremos luego, en cómo pensar el derecho y particularmente los derechos humanos.

En todos estos campos la ausencia de protocolos interculturales demuestra que el racismo trasmuta en o convive con, el negacionismo, en tanto ignora y niega las otras formas de estar siendo en el mundo de esas otras personas.

Especialmente y de eso nos ocuparemos, de quienes se reconocen como pertenecientes a algún pueblo o nación indígena u originario, viva este en comunidad en los territorios ancestrales o se encuentre habitando alguna de las grandes urbes.

Podríamos dar cientos de ejemplos de estas situaciones en donde el racismo se impone en salud, en lo jurídico, en lo educativo, de lo que llamamos el racismo epistémico, pero también en situaciones de violencia que se reitera en establecimientos escolares y aún en establecimientos educativos de niveles superiores. Voy a dar tres ejemplos concretos, dos de ellos son muy cercanos.

A fin del siglo pasado se lanzó un proyecto a gran escala cuyo eje era investigar acerca del genoma humano. Supuestamente tenía como una "gran excusa" detectar filiaciones genéticas entre los diferentes pueblos o poblaciones que habitaban el planeta, pero la práctica puso en evidencia, que lo que se perseguía era detectar a qué enfermedades eran altamente vulnerables quienes se resistían en sus territoriedades al avance del capital y del mercado. Este proyecto, por supuesto fue altamente resistido por los pueblos indígenas, pero la polémica y la denuncia alcanzó su clímax, cuando los guaymíes, habitantes originarios del occidente panameño y costarricense advirtieron sobre la apropiación de su herencia genética.

Concretamente estoy hablando de cómo al extraerse sangre de una mujer Guaymí se comprobó que eran inmunes a enfermedades letales, concretamente la leucemia y entonces, uno de los laboratorios patrocinadores -con total frescura- exigió una patente, patentar la sangre de una persona.

Lo cierto es que la patente y comercialización de la vida está concatenada con el racismo y el negacionismo y si bien, para algunos humanos pueden tener un alcance especial, no cualquier humano lo ve de la misma manera. Hoy se acaba de anunciar un proyecto similar en Chile en dónde al igual que en nuestro sur hay una avanzada que implica criminalizar, definir como terroristas y perseguir a los pueblos naciones mapuche.

El diario Sol Temuco, con fecha 1 de julio en una nota que lleva como titular "Mujeres unidas por la paz, piden realizar un test genético a todos antes de reparar tierras" se anunciaba que antes de autorizar la apropiación de tierras a ciertas comunidades había que determinar científicamente quienes son y quienes no son mapuche, debido al convencimiento de que se estaba instalando de este modo una política basada en la discriminación positiva.

Esto dio lugar a intercambios epistolares y a reproducción en otras notas que luego salieron en el diario "El Austral", y allí fue cuándo una colega mía, se comunicó conmigo y le conté sobre los guaymíes. Esta compañera de algún modo emitió a la mesa directiva del Colegio de Antropólogos de su país una misiva en dónde decía:

"Quisiera hacer un llamado a este Colegio y a su mesa directiva para poder aportar a una reflexión mediante una declaración o artículo respecto del paradigma racista y sus alcances, no solo en las ciencias sociales, sino también, en la formación de la opinión pública y la percepción de la otredad". Esto está en pleno debate.

El tercer caso tiene que ver con algo que aconteció esta misma semana en mí país, específicamente en la ciudad de Buenos Aires. La reciente condena que se dio a conocer el lunes 17 de julio de prisión perpetua para tres policías de la ciudad que asesinaron al joven Lucas González, junto a las penas por encubrimiento de otro seis efectivos, tuvo para nosotros algunas características inéditas.

Además de la celeridad con la que se llegó a la sentencia y la infrecuente ruptura del pacto de silencio institucional con la confesión de uno de los policías que intervino, aparece por primera vez una sentencia en donde el agravante es "por odio racial" juzgado en la conducta de uno de los uniformados.

Ante este hecho que para nosotros no es nada inédito, van a indicar cómo este odio es socialmente construido, es decir, opera efectivamente cuando los policías levantan a los sospechosos, a este perfil del matable del que hablaba antes, y los aprietan, los verduguean, los torturan y luego los matan, pero todo esto, pone en práctica a una verdadera selección natural que paradójicamente o no, suelen ser aplicadas por las personas que tienen el mismo origen social y la misma portación de rostro que la que ellos estigmatizan en sus víctimas, con el agravante particularmente en la Argentina, en donde los vientos que corren en la política derechizada de mi país en un contexto electoral, este odio es fomentado, publicitado y hasta felicitado por los nuevos fascismos que hoy levantan como argumento de campaña terminar con los "choritos".

A Lucas lo estigmatizaron, discriminaron, los vieron dos veces y lo eligieron, salía de un barrio carenciado como es la villa 21-24 en barracas y lo eligieron, lo esperaron y lo mataron. Este racismo estructural nos habita cotidianamente y habla de deshumanizar a todos los que nuestra misma sociedad margina para negarlos y expulsarlos, de eso se trata este discurso, por eso, es importante simbólicamente que en el juicio por el crimen de Lucas aparezca por primera vez en una sentencia este concepto, el odio racial.

Se están poniendo las cosas en otro lugar condenando a quienes bajo esa persperctiva terminan eliminando al que consideran distinto o desigual. El racismo es parte de los fundamentos de esta situación y es particular, que lo único que diferencia a víctimas y victimarios sea una gorra distinta.

Esto nos lleva a pensar qué puede cambiar esta sentencia, evidentemente, la policía trabaja con perfiles racializados, pero el racismo, está inserto en la sociedad frente a un joven como Lucas, que describía anteriormente, cómo los mismos vecinos, se cruzan de vereda y condenan con su mirada a ese que considera diferente.

Sin lugar a dudas, sigue siendo esto, a pesar de los límites un gran triunfo para quienes luchamos desde multisectoriales contra la violencia institucional u organismos de derechos humanos. Existe la necesidad de empezar a hablar acerca de estas cuestiones pero estamos muy lejos de terminar con ellas.

Volviendo a pensar en racismo, para poder articularlo con el negacionismo, volvemos a Grosfoguel, él nos dice que la modernidad no existe sin la colonialidad son dos caras de una misma moneda como lo decíamos antes, y el racismo organiza desde adentro todas las relaciones sociales y jerarquías de dominación impuestas por la modernidad.

Rafel Bautista Segales, en abril del año pasado y en el marco del análisis de la guerra rusa ucraniana tomó el tema de los racismos y señaló que a diferencia de lo que muchos sostienen acerca de considerar al racismo como una discriminación producto solo de un prejuicio irracional es núcleo ético mismo de la misma racionalidad moderna y por eso, está estructuralmente atravesando todas nuestras estructuras sociales valga la redundancia. El racismo es para Segales la misma redefinición del humano, establece fronteras entre lo que es humano y lo que no es, por eso, es estructural, es la meta narrativa que hace posible sustentar un nuevo tipo de racionalidad antropológica que establece superioridades e inferioridades.

El racismo le permite a la racionalidad moderna, a la hegemónica que nos impusieron y a todo el mundo moderno a justificarse como una entidad civilizatoria que parte siempre de la negación del otro. Como vimos el primero fue el indio, pero esto tiene que ver con toda una historia, porque Europa siempre discriminó y negó a quienes saqueó sus haberes y sus bienes comunes. Lo hizo primero contra los moriscos, o sea los árabes y contra los marranos, los judíos sefardies.

Hay toda una historia que desprecia lo que hoy tenemos que es el desprecio a nuestro pueblo y que hoy implementa no solamente la política más rancia y más nefasta de nuestros países, sino, casi toda la democracia burguesa moderna.

Desde la perspectiva de la descolonialidad debemos graficar para demostrar cómo la ciencia de la filosofía moderna son formas de esta racionalidad que tienen esta cosmovisión que ha naturalizado las relaciones sociales, las jerarquías y las desigualdades.

Debemos entonces reflexionar acerca de una cuestión decisiva a saber, las relaciones entre modernidad y colonialidad y estos temas que nos convocan. Por eso debemos reconocer como esa única historia, esa visión de la historia universal, lineal, progresiva, debe seguir siendo interpelada, ya ha entrado en crisis pero somos muy pocos los que hablamos de esto en los ámbitos educativos y ni que hablar lo que se sigue diciendo en los medios hegemónicos.

Debemos reconocer que no hay un solo pasado y por eso debemos pelear, por los muchos presentes para que podamos tener diversos futuros posibles o futuribles como decía, Eloísa Trelles. Planteemos un reconocimiento de tradiciones históricas y formas de memoria de los pueblos y culturas de los occidentales que fueron avasalladas, silenciadas, subalternizadas por este sistema mundo del cuál hablamos antes.

Todos los que hacemos esto corremos muchos riesgos porque quienes optamos por enseñar y aprender, investigar e interpelar lo único y lo hegemónico desde las márgenes, muchas veces, somos marginalizados en nuestros mismos espacios de trabajo. Algunos lo hemos sufrido pero por suerte hemos aprendido lo importante de lo colectivo, los vínculos de la reciprocidad que nos enseñaron nuestros propios hermanos y hermanas en las territoriedades indígenas. Ellos nos convencieron, en el buen sentido de la palabra, que los proyectos de liberación y de descolonización de los pueblos tienen hoy como enemigos a esta matriz colonial que nos atraviesa y que tiene mucho más poder que el capitalismo por sí solo.

El negacionismo tiene que ver con la modernidad, hay quienes sostienen que el mito sacrificial de la modernidad es la negación absoluta del otro.

Lo que nos interesa es cómo hoy lo seguimos reproduciendo, se ha escrito mucho sobre esa historia, hoy sabemos que no es la negación de alguien que es solamente en lo fenotípico, es la negación de su cultura, de su filosofía, de sus formas de estar en el mundo, de sus formas de alimentarse, de todo lo que les es propio culturalmente. Ese otro, que va a decir Segales, no tiene la mayor posibilidad de tiempo de vida porque le es negada y por lo tanto, tampoco tendrá futuro.

Solo el proyecto modelo en este contexto sigue apareciendo como posible y como deseable, y así se instala la cultura de muerte de la que nos hablan todos los pueblos nativos del mundo que ha producido una economía en contra de la vida comparte del sistema, no cómo única matriz.

Desde que por mismo derecho natural, el Derecho de Indias, se justificó y legitimó el ejercer el dominio sobre los "bárbaros" del nuevo mundo y todas sus territoriededas, nunca deja de reeditarse esta situación, solamente fue mutando de ropajes. Lo cierto es que hoy todas las territoriedades de las cuales han preservado la más maravillosa biodiversidad por milenios nuestros hermanos, están siendo amenazados por el capital, el mercado y por supuesto las formas más nefastas del neo extractivismo, pero es la negación de esos otros lo que termina justificándolo.

Es esto lo que no nos permite ver la colonialidad que portamos y que se transmuta en el racismo y el negacionismo.

El negacionismo con relación a los pueblos originarios, por supuesto, hunde sus raíces en ese primer gran genocidio que desde fines del siglo XVI y hasta hoy, que es un genocidio por goteo y cotidiano se sigue llevando a cabo.

Centralmente en un país como la Argentina, ya en manos de los últimos tiempos coloniales, con el estado en nación insipiente y que se construye a partir del despojo de los territorios indígenas podemos verlo en ese oxímoron conquista del desierto, sea este el del sur, o el verde del Chaco, -que decimos es un oxímoron- porque el desierto no se conquista, el desierto se ocupa, lo que pasa es que estos NO eran desiertos.

Existe un caso, una declaración que emitió la Cámara de Diputados de Mendoza en marzo de este año como un caso paradigmático. Esta declaración se aprobó por 30 votos a favor, 8 en contra, 6 abstenciones y 4 ausencias, tiene tres artículos centrales, pero básicamente tiene un postulado que los atraviesa, que es negar la argentinidad a los pueblos naciones mapuche que habitan en esa provincia, una muestra de lo que pasa hoy con el negacionismo.

Estos artículos fueron denunciados por las organizaciones indígenas y son:

1 – Rechaza la prórroga de la ley 26.160. Esta ley fue promulgada durante el gobierno de Néstor Kirchner en el año 2006 y tiene dos aristas, por un lado, insiste en que el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas termine con el relevamiento, el otorgamiento de carpeta técnica y personería jurídica a todas las comunidades, y por el otro lado, que ponga fin a los desalojos y a los despojos que venían sufriendo las comunidades. Fue renovada en 2009/2013/2017, luchamos muchos para que dentro de los gobiernos de conservadores fascistas de Cambiemos se logre la prórroga, sin embargo llegando el 2021, bajo la pandemia, esto se llevó a debatir recién en el 2022 y no logramos que se aprobara la prórroga por los canales legítimos que son la Cámara de Senadores del Congreso Nacional, sino, que se terminó aprobando por un decreto de necesidad y urgencia -16 años después- emitido por el presidente actual Alberto Fernández. Esto le quitó mucha legitimidad y por supuesto significó un retroceso, porque todas estas leyes se ganan a través de la lucha de los hermanos y hermanas indígenas.

2 – El segundo cuestiona el reconocimiento que el mismo INAI había hecho de las comunidades mapuche sobre las territoriedades otorgadas en Mendoza.

3- El tercero, rechaza la argentinidad del pueblo mapuche. Esto es terrible, y dice: "Los mapuche no deben ser considerados pueblos originarios argentinos en los términos del artículo 75 inc. 17 de la Constitución Nacional y los tratados internacionales", dice el proyecto impulsado por el gobierno mendocino.

Lo que dice la Carta Magna es que también se debe reconocer la personería jurídica de las comunidades y otorgarle la propiedad comunitaria. Esta declaración es racista y es negacionista, pero no es casual, tiene que ver con una disputa por la territoriedad que desde este momento y desde tiempos ancestrales, desde milenios les pertenecen, porque son los legítimos dueños, las comunidades mapuche en lo que "hoy" es esta provincia, porque sabemos que son preexistentes al estado y por supuesto al estado nación y al estado provincial.

Allí hay una avidez de explotación minera, petrolera, hay reservas de agua e incluso, ellas integran la zona que la "corona" eufemísticamente hablando junto con el litio y las tierras raras del norte, del proyecto de vaca muerta. Esto es lo que nos pasa, estamos hablando no del siglo XV, XVI ni siquiera del XVIII ni del XIX. Frente a esta situación se alzaron las voces de intelectuales, de antropólogos, investigadores del CONICET, también arqueólogos que demostraban con sus estudios como el pueblo nación mapuche tiene una antigüedad no menor a 14.000 años en las territoriedades que aún hoy conforman la provincia de Mendoza.

De esto estamos hablando, de negacionismo y de racismo, no es un problema del pasado, es una cuestión que atraviesa todos nuestros comportamientos.

Rafael Bautista Segales, también nos dice que el derecho moderno se basa en la negación del otro para calificarlos de bárbaros, utilizó en lo que la burguesía naciente de ese entonces se basaba, para su propia caracterología , la propiedad privada y entonces, quien no conoce la propiedad privada, no son humanos.

Por ese proyecto moderno decide y debe aniquilar al otro no solo físicamente sino, espiritualmente, cosmogónicamente, como sujeto que piensa la vida, la propiedad y la justicia desde otros lugares.

La materia que doy en la universidad y en la facultad en dónde yo misma estudié, no existía en la dictadura, esa materia es: Historia Prehispánica. ¿Qué peligro tiene una materia que transita a 40.000 años del presente hasta 500 años que implica el arribo de los sucios rubios del renacimiento?

Solamente llevar a los estudiantes a pensar que hay otros lugares desde dónde pensar.

La clasificación antropológica de la humanidad, esta a la que hemos aludido cuando hablábamos de occidentales y no occidentales, a partir de esa noción prístina del racismo inaugural conjuntamente con la invasión de lo que luego fue América, tuvo y tiene por objeto hacer desaparecer también a la víctima como víctima, es allí en dónde entra la noción de negacionismo porque hacerla aparecer como inferior y cómo no humano lo desubjetiviza y la deja afuera de esta situación.

Todo proyecto de dominación para imponerse debe invisibilizar la injusticia que provoca a partir de una lógica de inversión, si el interior desobedece, toda acción justifica su aniquilación. Esto lo vemos con lo que nos está pasando en nuestro país, con la conformación de consensos y de nuevas corporaciones, que es en donde verdaderamente se debate y se construye el más nefasto poder que decide por todos nuestros futuros, pero también, es Bush invadiendo a Irak, es decir, estos no son víctimas.

Segales que dice que lo blanco es una manera de pensar, que no es meramente una concepción meramente fenomenológica, es ontológica, del mismo modo que la noción de occidente y Europa que son construcciones no de lugar, sino de poder. Esto mismo a menor escala está pasando con referencia a lo que he mencionado.

Lo White, me hace mucha gracia cuando habla así Juan Bautista Segales, es una forma de pensar, dice él, el dualismo cartesiano con la cosificación de la naturaleza y por lo tanto la mercantilización de la vida.

Veamos cómo todo esto, racismo, colonialidad y negacionismo se traduce en el campo de los derechos humanos, y básicamente con respecto a la relación con lo que podemos establecer con los derechos de los pueblos indígenas u originarios. Si los derechos humanos constituyen en sí un objeto que se puede identificar y analizar, los mismos y esto es un acuerdo general, no existen con anterioridad al último trimestre del año 1945 con la fecha de la fundación de las Naciones Unidas, en tanto esta organización internacional nació invocándolos y venía a formularlos pronto a partir de la declaración universal de los derechos humanos a finales de 1948.

Esta declaración universal de las Naciones Unidas comienza en su parte articulada consagrando un par de principios justamente que son complementarios y el primero dice:

Todos los seres humanos nacen libres e iguales, con dignidad y derechos y dotados como están de razón y conciencia y deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta declaración "sin distinción alguna" de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquiera otra condición.

"Sin distinción alguna" todos los seres humanos sin distinción alguna. A continuación y con tan buena base como punto de partida en términos de "universalidad" habría de venir ya el catálogo de los derechos que en concreto se reconocen cómo "humanos", pero lamento señalarles que no resultó enteramente así, puesto que antes de ir a citar toda esa categorización de derechos y sin solución de continuidad con el segundo principio recién leído, este que dice: "no discriminación por causa alguna", se interpone un párrafo que pretende señalar algo que puede llegar a producirse en términos de particularidad, y que a nuestra lectura señala la instauración de una discriminación sistemática y masiva.

Vuelvo a citar textualmente, el primero decía: Todos los seres humanos y después decía, sin distinción alguna de raza, etc, etc….Ahora dice: Además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o internacional del país o territorio de cuya jurisdicción depende una persona, tanto si se trata de un país independiente o de un territorio bajo la administración fiduciaria, no autónomo o sostenida por cualquier otra limitación de soberanía.

Dicho sin eufemismos, se puntualiza que no se hará distinción respecto a las personas cuyos pueblos se encuentran sometidos -encontraban, algunos todavía se encuentran- a dominio colonial ya sea por estados que con reconocimiento entre sí se atribuyeran y ejercieran dicho imperio sobre otros pueblos, ya sea también porque la comunidad internacional de los estados les hubiesen comendado a los de su posición colonialista alguna supremacía equivalente.

La declaración universal avalaba esta situación presumiendo que las personas de pueblos sujetos a algún tipo de colonialismo podrían disfrutar de derechos en igualdad, es decir, ese no se hará distinción del artículo 2, pero la distinción se hacía y así quedaba hecha y la efectuaba la misma declaración "con universal", ya entonces y en consecuencia, no tan universal.

De algún modo y parafraseando a Orwell en lo que él planteaba en el libro "Rebelión en la granja" escrito en 1984:

"Todos los humanos son iguales pero algunos humanos son más humanos que otros".

Vale la pena repetirlo entonces, para esta declaración universal todos los humanos son iguales, pero algunos, más iguales que otros.

He aquí el punto de partida para volver a enfatizar en lo bueno recordado y en lo malo olvidado del derecho universal. De algún modo el decir diferente de estos artículos no es tan solo de estilo, sino de fondo y alcance. Es una colonialidad abierta e impone una desigualdad radical.

Si la declaración respondiera realmente a noción de derechos en términos de universalidad y de igualdad, no debería contener no solamente de cláusulas de exclusión, sino tampoco de inclusión, porque si son universales e iguales para todos no hace falta ninguna de ellas.

Aquellos derechos humanos de la declaración universal, no se concebían entonces como títulos y cómo créditos para todos, todas y todes y de cada uno, una, une de los seres humanos sobre la base de participar en igual grado y con idéntica dignidad de una misma condición de humanidad. Por eso considero que debemos repensar continuamente los derechos no pensados y hacerlo desde los propios pueblos indígenas y sobre esto haré algunas críticas.

Estas críticas en modo alguno afectan al valor en sí de la noción de derechos humanos, yo milito por los derechos humanos, inclusive de los que fueron denunciados en esa misma declaración por esta organización internacional. No podemos ignorar las sombras siniestras que esta arrojó desde finales del 48 hasta hoy puesto que en ese año, con esta misma declaración universal se sentaron las bases de desenvolvimiento de todo un derecho global, desequilibrado y desigual desde el mismo origen, en tanto ese derecho global, pretendidamente universal fue en principio eurocéntrico, imperialista, androcéntrico, patriarcal y signado por el colonialismo hegemónico que en sus múltiples aspectos también impuso un único modo de constuir saber , la ciencia, un único modo de concebir el mundo, "nuestros pueblos no tienen filosofía, tienen mitos" -error- ayornando con nuevos ropajes los paradigmas de la vieja modernidad que había nacido "allá", a fines del siglo XV a la luz de los principios judeocristianos que subalternizaron las diversas cosmogonías de los otros pueblos del mundo y particularmente de los que habitaban nuestra América como la llamó Martí.

Ese colonialismo intelectual se ha mantenido invariable con posterioridad a los procesos independentistas y ha producido como no existentes a una infinidad de saberes, conocimientos y acerbos de ciertas comunidades todos ellos caracterizados como primitivos, salvajes o atrasados en aras del "progreso" capitalista y la mal llamada "civilización occidental".

En esos territorios desde tiempos inmemoriales en un entramado signado por la comunidad que portan lazos de solidaridad y prácticas de trabajo colectivo, son para nosotros un espacio donde construir estos otros derechos no pensados para poder contrarrestar desde la idea misma de reciprocidad que encarnan las comunidades indígenas en territorios cuando no están contaminadas -no idealizo al mundo indígena- esa reciprocidad que nos permite contrarrestar, decía, el individualismo y la lógica competitiva propia del capitalismo a la par, que nos permita construir una verdadera identidad colectiva insurgente para resistir todo esto que nos pasa de lo cual, casi todo, es muy malo.

En ese marco es entonces que pensamos los derechos no pensados entre ellos, los derechos epistémicos. Como sabemos desde hace tiempo, los derechos colectivos de los pueblos indígenas u originarios se encuentran incorporados en las diversas Constituciones latinoamericanas, pero sin embargo, hubo otras situaciones previas aún, a nivel universal al igual que la declaración universal del 48, lo que fue el pacto internacional de los derechos civiles y políticos del año 1966, en su art. 1, vuelve a reditar la idea de "Todos los pueblos", estos todos los pueblos, son todos menos los indígenas. Esto es todavía excluir a quienes son la mayoría de nuestro planeta, y que además, por regla general preceden en los propios territorios a los estados constituidos.

En el año 2007 la declaración de los pueblos indígenas que se ocupó de advertir lo siguiente:

Tanto el derecho internacional de los derechos humanos como el constitucionalismo de estado arrastran un lastre colonial que aún, pesa por cuanto todo lo que ellos plantearon lo hicieron sin la concurrencia de los pueblos indígenas. Está claro entonces, porqué a 75 años de la declaración universal de los derechos humanos nos han condicionado con su impronta euro y etnocentrista y por tanto limitada a este sistema mundo del que nos habla Grofoguel, occidentalocéntrico, cristianocéntrico, captalista patriarcal y moderno colonial.

Corpus legales nacionales, provinciales, internacionales, convenios, pactos, tratados, convenciones internacionales sobran, son todos muy buenos, el problema es que no se respetan.

Las Constituciones de muchos países han incorporado, han otorgado y han reconocido derechos a los pueblos, solamente dos de estas Constituciones -Ecuador y Bolivia- tomando parte de la cosmovisión indígena reconocieron a la Madre Naturaleza como sujeto de derecho. Sabemos que esto es muy difícil de correlacionar con prácticas concretas.

De este modo entonces, desde el escenario político y jurídico se actualiza el debate acerca de cómo lograr la incorporación indígena en las estructuras del estado y de la administración, y cómo debe haber una nueva concepción del mismo estado que debe reconocerse como plurinacional para poder abandonar de una vez y para siempre ese ideal decimonónico muy claro en la Nación Argentina.

Esa idea de pensarse a sí mismo como homogéneamente blanco, monolingüe, monocultural, algo que siguen diciendo lamentablemente muchos de nuestros presidentes cuando dicen que "todos somos bajados de los barcos". Esto hoy tiene un costo terrible en Argentina por la apropiación de los territorios, la conversión de cultígenos ancestrales en commodities.

En este contexto nos ocupa, nos moviliza y nos interesa que podemos lograr además, de reivindicar los derechos de todos los pueblos naciones y comunidades originarias, revisar el alcance de las normas vigentes, así como realizar una crítica necesaria a los esquemas jurídicos que muchas veces lo contradicen.

Pensar los derechos humanos desde otras epistemes, desde otras cosmogonías, desde estas maneras otras de estar siendo en el mundo, es un gesto político, es un gesto de construcción de lo nuevo, pero de lo común y a la vez, lo diverso de nuestros territorios, y también de nuestras historias.

No es una tarea solamente para los indígenas ¿Cómo construir este derecho alternativo? Sin lugar a dudas desde nuestro subrogar tenemos para hacer dulce, el problema es que entremos en conversa a hablar de esto, a escuchar a los hermanos y hermanas en sus territorios.

He tratado de empatizar como el eurocentrismo o en términos de Ramón Grosfoguel, este sistema mundo occidentalocéntrico, cristianocéntrico, capital, patriarcal y moderno colonial constituye la ideología prototípica de la racionalidad moderna que no nos permite pensar más allá de ella y que por supuesto, tampoco nos permite pensar más allá del capitalismo -porque eso es lo que impone- por eso nos quieren convencer de que si se cae el sistema económico se cae todo como nos dicen en los medios de comunicación…hubo milenios de historia antes ¿No? Se puede vivir sin capitalismo como también sin estado, no naturalicemos esto como único.

Por eso tenemos que partir de la vida, de la pulsión de vida para poder salir del laberinto de la modernidad y recuperar estos otros saberes, esas otras cosmogonías, esas cosmovisiones que a la vez son cosmopolíticas. La noción de autoridad en el mundo indígena, no se tiene por poder, sino que se tiene por prestigio y autoridad.

Nosotros tenemos gobernantes y grupos de nefastos con mucho poder ¿Dónde está el prestigio y la autoridad de esa gente? ¡Qué mal politica que hemos construido! Por supuesto que la descolonialidad no es asunto solo de indios, esto es un desafío para todos.

Debemos refutar la idea de lo uno, de lo único, de la única fe, la única racionalidad, la única historia, el único fin teleológico, desarrollo, progreso, crecimiento económico. Debemos pensar desde otros lugares.

Los que hemos pasado por la universidad sabemos cómo el sistema educativo hegemónico nos ha condicionado en nuestra posibilidad de descolonizarnos. Está claro o es evidente, lo que nos dijo hace mucho tiempo, el gran epistemólogo chileno, Hugo Semelman, cuando dijo:

"No es cuestión de cambiar de conceptos o de categorías analíticas, sino, de formas de vida, de cómo vivimos"

Esto lo dice también Segales, no podemos construir nuevos conceptos sino es a partir de cómo vivimos. Tenemos que ser capaces de reconocer que los conceptos muchas veces están desconectados de la posibilidad de vida y de la reproducción de la vida.

Uno de mis maestros me decía, que teníamos que tener algo para enseñar, y ese algo, solamente servía, si hacía posible cambiarle la vida a nuestros estudiantes para que pudieran diseñar otros futuros fuera de lo impuesto, de esta idea de lo único. Si uno no tenía eso, no tenía nada para enseñar. Había que poder construir con los estudiantes nuevas formas de vida más dignas y eso, solamente lo podemos hacer, no si hablamos lindo, sino, si hacemos de estos conceptos "tomas de lucha", sino cambiamos nuestras formas de vivir, no tenemos nada para enseñar.

Los problemas centrales de lo que fue América

Hablamos de estados antiguos que han desaparecido pero también de comunidades que en una dinámica siguieron resistiendo -re existiendo- en los marcos de los estados naciones que como el nuestro, se han convertido en estados tributarios de la soberanía frente a los imperialismos actuales y en ese tributar soberanía del estado nación como el argentino, se entrega la vida no solamente de los indígenas, ni siquiera la nuestra, sino la del monte, la del río, la de los mares, la de los cerros sagrados.

Esto no lo podemos ver si no aprendemos la visión compleja y rica de la vida que tienen nuestros pueblos. Al hacer esta tributación de soberanía, nuestros estados naciones están tributando voluntad de vida, están tributando nuestros futuros posibles, nuestros futuribles, diría Trelles.

El maravilloso Martí nos dijo hace tiempo algunas de las cosas que debemos recuperar, nos dijo al final del siglo XIX:

La historia de América de los incas debe saberse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia, nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra porque no es más necesaria.

También nos dijo que de pensamiento fue la guerra que nos hicieron y nos siguen haciendo. Solamente podemos ganar esa guerra, con el pensamiento.

Pensemos entonces entre todos/das/des como responder a los actuales desafíos de estos tiempos de crisis civilizatoria en donde el racismo, el negacionismo y esta concepción de derecho que está lejos de terminar con nuestras injusticias nos continúan interpelando.

Hay una política anacrónica que es la que vemos pasearse por los medios hegemónicos de mí país en estos días, que debaten sobre un mundo que ya no es, si es que alguna vez fue como lo miran ellos, con esos lentes cegados por la ambición y el poder y a la vez se siguen sosteniendo estas asimetrías que nos duelen y que continúan trayendo vulneración de derechos, marginación, persecución y muerte.

Y entonces, cómo nunca vale traer las palabras de aquel poeta chileno que dijo:

En un país gobernado por idiotas

nació la rosa enana y cómo era mi rosa,

me agaché para besarla,

y entonces, me cortaron la cabeza.

En un país gobernado por idiotas,

antes de rendirle culto a la belleza,

hay que quitarle el hacha al asesino…

Y, en eso estamos.