LA CARA QUE LA LUNA HA QUERIDO OCULTAR

27.05.2023

Por Mirtha Susana Rodriguez y Estela Casado

José Saramago, nos recuerda en un texto no solo la afrenta cultural que han sufrido los pueblos indígenas sino, que el futuro de los países de América depende de la revitalización de estas culturas.

Nació en 1922 en el pequeño pueblo de Azinhaga – Portugal, sus padres, eran campesinos, se llamaban José de Souza y María de la Piedad. Cuenta su biografía que José de Souza también hubiera sido su nombre si el funcionario del registro civil, por iniciativa propia, no hubiera agregado el apodo por el que se conocía a la familia de su padre en el pueblo: Saramago, aclarando que el Saramago era una hierba cuyas hojas servían de alimento para los pobres. Desde pequeño vivió en Lisboa, siendo un alumno adelantado.

Además de un gran escritor, con varias obras literarias, el mayor de sus logros lo obtuvo en 1998 al recibir el premio Nobel de Literatura convirtiéndose en el primer escritor de lengua portuguesa galardonado en esta disciplina. Con posterioridad a este evento manifestó lo siguiente en alguna de sus intervenciones:

"Como resultado de la concesión del premio Nobel mi actividad pública se ha incrementado. Viaje por los 5 continentes, impartiendo conferencias, obteniendo títulos académicos, participando en reuniones y congresos tanto de carácter, literario, social y político, pero sobre todo, participé en acciones que demandan la dignificación del ser humano y el cumplimiento de la declaración de derechos humanos, mediante la consecución de una sociedad más justa, donde la persona sea una prioridad absoluta, y no el oficio o las luchas por un poder hegemónico, siempre destructivo".

Fue una persona moralmente admirable, con una profunda sensibilidad al sufrimiento y la injusticia, particularmente la que históricamente han sufrido los pueblos indígenas de América.

En el Encuentro Internacional "Becas Líder en Cartagena", Colombia, en 2007, Saramago pronunció un lúcido discurso que ahora es más vigente que nunca. Lo tituló "El lado oculto de la luna" y en él subraya el increíble olvido de la injusticia que existe entre los gobiernos y los pueblos, tanto europeos como en los países americanos cuyos poderosos en algunos casos, aún en tiempos recientes, han sido más opresivos que los propios "conquistadores". Este olvido, este abandono y está injusticia son como "el otro lado de la luna": no lo vemos pero define la situación de los pueblos indígenas.

Al respecto, surgen dos preguntas: ¿Dónde están los indios? ¿Los pueblos indígenas son también iberoamericanos? Y a la par, una pregunta incómoda pero esencial: "¿Y por qué, en un encuentro en que, entre otras cosas, se habla de la identidad iberoamericana, no se habla también de las otras identidades que conforman el continente? ¿No tienen el mismo nivel cultural? ¿O será que no tienen el mismo nivel económico?".

Evidentemente, vivimos un sistemático desprecio de los pobladores nativos, que además suele ser una forma de esnobismo y malinchismo interiorizados por las sociedades de los países latinoamericanos. Pues:

Cuando aquí llegó Colón y cuando a Brasil, a lo que después se llamó Brasil, llegó Pedro Alvares Cabral, encontraron gente y culturas, algunas de ellas muy avanzadas. Había idiomas, había literatura, aunque en algunos casos sólo se expresara oralmente, pero el cuento, aún no escrito, es ya una manifestación literaria. Se habla mucho de integración, es la "palabra mágica", me gustaría saber, qué integración estarían dispuestas a conceder las clases privilegiadas y dominantes, qué parte de los indígenas iban a reclamar como propias. Me temo que ninguna, que integración significa que "ellos" se incorporen a los valores dominantes. O sea, puesto que no habrá integración, y lo sabéis, en el sentido de inter-actuación, a los indios no les quedan más que dos alternativas: desaparecer y, por así decir, limpiar el terreno, que más o menos es la idea que tiene, por ejemplo, Israel con respecto a los palestinos, sencillamente espera que se acaben y está haciendo todo para que eso ocurra, que adopten los modos y las medidas hegemónicas. De integración y de mestizaje, nada, simplemente drástica imposición, aunque sea hecha a través de sutiles maneras.

Rápidamente los indígenas se convirtieron en siervos, cuando no fueron asesinados o puestos en reserva. Pero todavía hoy siguen vigentes estas prácticas:

La pregunta que os dirijo, como estudiosos aventajados, es esta: cuántos millones de indios existen desde México hasta el sur del Sur. Cuántos mapuches, por ejemplo, sean de Argentina, sean de Chile... A los de Chile, parece que les queda menos del diez por ciento de su territorio histórico. El resto les ha sido robado por grandes multinacionales. Por ejemplo, tanto en Argentina como en Chile, Benetton es propietaria de territorios que son como países. Los indios han sido saqueados y, ahora, a los que protestan, se les aplica una ley antiterrorista aprobada en Chile.

Hay personas que no pueden decir: "Esto es mío" y hay firmas, empresas, terratenientes que sí pueden afirmar, sin que les pase nada "Esto ahora es mío". Y si alguien pretende restituir la propiedad de la tierra, diciendo "No, no era tuyo y ya tampoco lo será", si dicen: "Me lo robaste, quiero que me lo devuelvan", ésos serán acusados de alterar el orden y recaerá sobre ellos el peso de la ley. No sobre los que se instalan en beneficio propio, con las leyes que ellos han declarado santas, o sea, las leyes del mercado.

Sencillamente, lo que se debería hacer es buscar fórmulas de no dejarlos atrás y de no dar pretextos para situaciones terribles como las que viven, carnicerías tremendas contra los pobres, exterminios de pueblos sin que eso sea noticia. Porque el indio no es noticia. Uno abre un periódico cualquiera y una parte importante, aunque sea una minoría, no forma parte de la realidad que los medios retratan.

Es curioso que ahora que andamos preocupados con la protección de las minorías, incluso de las minorías políticas y queremos que estén representadas en el parlamento para que la diversidad ideológica y política del país encuentre ahí su retrato, su radiografía, esta minoría mayoritaria que son los indios esté tan ausente de los medios. De los indios no se habla, salvo para un suceso que mal se explica, Y si no hablan ustedes, si no empiezan a hablar de los indios, se está haciendo algo muy grave, porque es considerar que una parte de la población no merece ni un esfuerzo para sacarla de la miseria, de la humillación a que ha sido empujada.

Recordad que esos pueblos llevan cinco siglos de humillación. Les robaron sus idiomas, les robaron sus creencias, les robaron su tierra, les robaron sus dioses. Les robaron todo, todo, todo. No tengamos ninguna ilusión: lo que ocurrió fue una extorsión, un robo montado con eficacia y acompañado de la imposición de una nueva religión que, casualmente, es una religión también de humillación, de negarse a sí mismo. Hay algo de maquiavélico en todo este proceso que ya lleva, se arrastra, quinientos años.

Y, por favor, como ya somos mayores, no repitamos algo que sabemos que no es cierto, no hubo ningún encuentro de civilizaciones, los indios de ninguna parte se metieron en sus barcos, en sus canoas para cruzar el Atlántico y, por una casualidad extraordinaria, encontrarse en su ruta a Colón o a Alvares Cabral. Aquí llegaron las carabelas que traían, entre otros, a dos personajes importantísimos: el fraile y el soldado: Y cuando el fraile decía "traigo al verdadero Dios", el soldado ya estaba preparando el arma, y enarbolando la bandera de conquista. Detrás, con menos aparato simbólico, estaba el recaudador y el mercader, ellos no se exponían pero eran los que contaban los beneficios…¿Dónde está el encuentro?.

Ocurre que hay descendientes de aquellas primeras civilizaciones. Y ocurre que esos hombres y mujeres, dispersos e ignorados por los medios, pero con idiomas propios, con usos, con tradiciones, con ignorancia de cosas y con sabiduría de otras, pobres, humillados, muchas veces vencidos, otras no, esos hombres y mujeres también son americanos. Así lo ha querido la historia pero son americanos invisibles o por lo menos así me lo parece y desde luego en este encuentro no han aparecido como sujetos de nada, ni de su presente ni de su destino.

Se les ha olvidado el indio. Y eso es grave. A lo mejor les asombra lo que este Sr. Mayor europeo desde lo alto de la tribuna está diciendo. Pues lo repito: está faltando el indio, es grave porque, si se nos olvida una vez, podemos corregirlo, pero si se olvida una vez y dos veces y tres veces, porque los indios han sido olvidados todos los días que empezaron en el 1500, hasta el día de hoy, entonces la cosa va mal, muy mal, es como si no hubiéramos avanzado en derecho internacional, como si no se hubiera abolido la esclavitud, al menos legalmente. Hace un tiempo que vengo diciendo, con algunas sonadas divergencias, que el futuro de América, de esta Nuestra América, o América del Sur dependía mucho de la emergencia de los pueblos indígenas. De la emergencia de los pueblos, o sea, emerger desde el fondo y aparecer a la luz del sol. Porque una América que recuperase su identidad primera en la figura de esos indios, de esas personas, sería seguramente distinta.

Quizá la aportación de esta gente, en las distintas edades o grados de desarrollo, con sus valores, algunos tan interesantes, puedan realmente cambiar América. Porque América necesita ser América y no dirigir su mirada a los países de Europa o a Estados Unidos, que siendo América, tiene otra tradición y otros valores. Ustedes son otros, son distintos; no quieran ser idénticos a nadie más. La identidad de América del Sur tiene que pasar por la aportación, por una recuperación del otro, del indio. No se olviden. Porque olvidarse más de una vez de la cara que la luna ha querido ocultar sería una infamia y ya es hora de acabar con la infamia de cinco siglos de extorsión y de humillación.

El otro lado de la luna, es el título de mi reflexión en voz alta. Hemos visto un lado, la parte siempre visible, el continente rico y contradictorio en que estamos y que, a mi entender, necesita un nombre distinto del que le ha sido dado. ¿Por qué? Porque está la parte oculta, la parte que no aparece al no ser denominada: esa es la importancia capital del nombre, que puede mostrar pero también ocultar. Decir Iberoamérica es seguir ignorando la existencia de la cara oculta de este continente. Me perturba mucho este asunto, no saben cómo… ¿Dónde están los indios? Los pueblos indígenas son también iberoamericanos?

No hablo del mestizaje, otro concepto que habría que revisar, que ha producido algunas salidas, no hablo de indios aculturados, con una situación económica razonable. No hablo de ellos, hablo de los millones de hombres y mujeres que han sido y son ignorados sistemáticamente. Incluso no entiendo que no se hable de los pueblos indígenas en este encuentro, que ni la palabra indio haya salido hasta ahora, pese a estar donde estamos, que no es Bruselas.

¿Cuántos millones de indios quedan? A veces digo, no con autoridad sino con cierto espíritu romántico, mejor dicho, con el espíritu característico del romanticismo, que los indios eran los dueños de la tierra.

¿Qué hemos hecho? ¿Qué hacemos? O mejor, ¿Qué pueden hacer ustedes? Como ven, yo no puedo hacer nada más que preguntar. Sorprendido, asombrado, perplejo. ¿Por qué se olvida, se ignora, a los indios, a los indios de Colombia, que están aquí, al lado de esta sala, en la puerta? A los de Guatemala, que son el 50% de la población. A los de México, que son millones... ¿Qué harán con ellos, con esa gente? ¿Seguirán habitando la cara oculta de la luna?

¿Y cómo sería la vida actualmente si pueblos menos voraces y más atentos a la naturaleza no hubieran sido desplazados por la voluntad de poder de la cultura angloeuropea?

La historia siempre la escriben los vencedores. Imaginen cómo sería la historia de Nuestra América, escrita por los pueblos originarios, ¿Cómo sería? Cinco siglos después quizá ya sea el momento de volver al sentido común. O de imponerlo, frente a los intereses que no están llamados para ser árbitros de nada, después de haber sido parte abusiva de todo. Es hora de que veamos la luna en todo su esplendor. No la tapen, por favor.