LA JUSTICIA SOCIAL ES UNA ABERRACIÓN

27.01.2025

Por Alejandro Olmos Gaona

La justicia social como una aberración es uno de los mantras de Javier Milei, que repite en cada oportunidad que se le presenta, como muchos de sus seguidores, algunos de ellos preocupados como Benegas Lynch por algunas homilías escuchadas recientemente en algunas iglesias..

Lamentablemente muchos católicos, especialmente los que han acumulado enormes patrimonios, también sostienen tales ideas, porque afectán el meollo de sus creencias acumuladoras, y entonces es mejor cuestionar la justicia social y estigmatizarla.

Todos tenemos el derecho de opinar sobre los que nos de la gana, pero no a tergiversar, ni a mentir ni a falsear, ni a ignorar mensajes evangélicos que tienen una sola lectura posible. El que no es cristiano, es ateo o agnóstico puede opinar de acuerdo a lo que piensa, y a las ideas de las que esté imbuído, pero el que es cristiano, en sus diferentes vertientes, no puede desnaturalizar el mensaje evangélico, ni la doctrina, ni el mensaje de los padres de la iglesia.

A principios del siglo XX, León Bloy, un notable escritor francés, publicó su libro "La Sangre del Pobre", mostrando precisamente la hipocresía de ciertos católicos, que cultivan el fariseísmo y niegan lo que con mucha claridad está expuesto en los evangelios. Pero muchos siglos antes, podemos recoger expresiones como estas:

«Mio y tuyo no son más que palabras. No ayudar al pobre es robar, porque cuánto poseemos no nos pertenece a nosotros, sino a todos». San Jerónimo.
«Dice el rico: mientras no haga cosas malas, no será mala mi riqueza. Bien dicho y ¿no es cosa mala que uno solo tenga los bienes del Señor y disfrute solo de las cosas comunes?» San Juan Crisóstomo.
«Si uno desnuda al que está vestido se le llama ladrón. Y a quien no viste al desnudo ¿acaso ha de dársele otro nombre? Pues tomas como propias las cosas que recibiste para administrar». San Basilio.
«Quien tiene demasiado, no es hermano, sino ladrón» . San Gregorio de Niza.

Podría citar enciclicas conocidas como la Rerum Novarun de León XIII, o la Mater et Magistra de Juan XXIII, y la Populorum Progressio de Paulo VI, donde también quedó explicitado el concepto de justicia social, pero me voy a limitar a citar las palabras de Pio XI en Quadragesimo Ano "A cada cual, por consiguiente, debe dársele lo suyo en la distribución de los bienes, siendo necesario que la partición de los bienes creados se revoque y se ajuste a las normas del bien común o de la justicia social, pues cualquier persona sensata ve cuán gravísimo trastorno acarrea consigo esta enorme diferencia actual entre unos pocos cargados de fabulosas riquezas y la incontable multitud de los necesitados"

Pero además, estos conceptos han rebasado las posiciones religiosas, y John Rawls, fue muy claro al explicar, lo que esto significaba, todo lo cual ha sido negado por los economistas de la escuela austriaca, y aquellos que han abrevado en la Universidad de Chicago que hacen un culto obsesivo a la propiedad privada y a la libertad de defenderla a rajatabla. Esa defensa, ha generado que en la sociedad que vivimos, el 1% de la población mundial, acumule bienes superiores al 99% restante, y que las grandes fortunas crezcan exponenciamente, mientras la pobreza y las hambrunas también se hacen presentes a través de situaciones que la hojarasca diálectica de los cultivadores de riqueza no tiene forma de refutar

Nuestras sociedades se han vuelto cada vez mas egoístas, y se cuestiona todo aquello que afecte el sentido de propiedad, como si fuera algo absoluto que está en la naturaleza de las cosas, y es así como existe una verdadera degradación de los sentimientos solidarios, que solo se ponen de manifiesto en situaciones excepcionales, pero en la vida cotidiana pareciera que han dejado de existir.

No se advierte, que la contracara de la diversión, la frivolidad, y la obscena ostentación de la riqueza, es la miseria de grandes sectores de la humanidad, la exclusión, y la marginalidad, a lo que se suma en estas épocas el flagelo de la droga. Es como si existieran dos mundos diferentes, donde existen sujetos que pueden despilfarrar en un día la comida de cientos de familias, que apenas pueden subvenir sus necesidades. Y como ahora pretender justicia es una aberración, hay que seguir justificando la acumulación y sacralizando el derecho de propiedad.

Para terminar siempre me acuerdo de mi querido amigo el P. Carlos Mujica, que hizo un apostolado en su lucha por ayudar a los más necesitados, y a alguien quizás menos conocida Lucía Cullen Paunero, su infatigable colaboradora. Ambos que provenían de famílias llamadas comunmente oligarquicas, tenían muy en claro donde estaba la justicia y siempre actuaron de acuerdo con sus convicciones, sin importarle las consecuencias. Carlos murió asesinado, y Lucia desaparecida por los esbirros de la dictadura militar, que todavía algunos tienen la audacia de justificar.