CRISTINA KIRCHNER Y LA TRAICIÓN A LA PATRIA, O LA INFAMIA COMO ARMA POLÍTICA

20.01.2025

Por Alejandro Olmos Gaona

A finales del año 1894, debido a una acusación de ser espía del imperio alemán, el capitán Alfred Dreyfus, miembro de Estado Mayor del ejército francés, fue condenado a prisión perpetua en la Isla del Diablo (Guayana francesa) un lugar inhóspito y asfixiante, donde eran alojados los peores criminales. 

La prueba fundamental: una hoja manuscrita encontrada en un basurero, con datos sobre trasmisión de informaciones militares. Hubo que buscar un culpable y no hacer una investigación en serio. Dreyfus era alsaciano (Alsacia había sido incorporada al imperio alemán) y judío razones ambas para convertirlo en sospechoso, y que el pueblo francés fuera motivado por una feroz campaña periodística para que se lo condenara.

Dos años después, el jefe de contraespionaje, Coronel Picquart descubrió que el comandante Ferdinand de Esterhazy había sido el espía, pero el Estado Mayor se negó a reconsiderar la sentencia y lo alejó de Francia, enviándolo al norte de Asia.

A pesar de políticos como Clemenceau y Hanotaux que estuvieron convencidos de la inocencia de Dreyfus, el peso de la opinión pública, azuzada por los medios hizo imposible revertir la condena. Tiempo después, Esterhazy fue enjuiciado, absuelto y aclamado como un héroe por las multitudes.

El 13 de enero de 1898, el escritor Emilio Zola publicó en el diario "L'Aurore" una carta abierta a Presidente de Francia, Félix Faure, titulada "YO ACUSO" donde mostraba toda la infamia de un proceso en el que se había implicado todo el ejército, las autoridades, fuerzas políticas y los principales diarios.

El caso se reabrió en ese año, el Tribunal Supremo anuló la sentencia, pero condenó a Dreyfus a 10 años de trabajos forzados, en el mismo lugar de su prisión.

Después de 12 años de la acusación en 1906, se reconoció finalmente su inocencia, fue reincorporado al ejército y condecorado con la Legión de Honor", a pesar de que estaba ya físicamente destruido y anímicamente no era el mismo.

Esta vieja historia, que casi nadie recuerda, me parece una clara analogía, con la acusación del Fiscal Alberto Nisman contra la ex Presidenta Cristina Kirchner, cuya investigación deberá ser llevada a juicio oral debido al fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Debo recordar que cuando se apeló a la Cámara Federal el archivo de la investigación, el Dr. Germán Moldes, Fiscal de la Cámara Criminal y Correccional Federal, excediéndose en sus funciones acusatorias, largó un serie de disquisiciones políticas, sobre cuestiones internas y externas, que nada tenían que ver con su cargo, y si con la intención de demostrar a toda costa el delito de encubrimiento del atentado, en el que incurriera la ex presidenta, que le fuera imputado junto a otras personas, por el Fiscal Alberto Nisman.

Lamentablemente hubiera sido mejor, dar curso a la investigación, ya que, de esa manera, se hubiera demostrado indubitablemente la no existencia de delito alguno por parte de la ex presidenta, pero el desistimiento de la denuncia por parte del Juez Rafecas, y la posterior confirmación de la Cámara Federal, no hizo sino dar aire a todos aquellos que de alguna manera querían incriminar a la ex presidenta, que en un abigarrado conjunto de voluntades (fiscales Moldes, Sáenz, Policcita, ex diputadas Alonso y Bullrich, los diarios "La Nación", "Clarin" "Perfil" y otros) se lanzaron a decir cualquier cosa, ya que el objetivo era demostrar que se había cometido traición a la patria, lo que también era un objetivo del Fiscal Nisman.

Después hubo un fallo de la Cámara de Casación, anunciado desde temprano con bombos y platillos por "La Nación y "Clarin", aunque todavía no se había firmado con montones de reflexiones cuestionables, el dar entidad a hechos que no la tienen, el argumentar sobre recortes periodísticos, o sobre valorar el testimonio del vicecanciller Roberto García Moritán, que se limito a opinar, sin que exhibiera la menor evidencia comprobable de lo que decía, suposiciones varias, contradicciones.

Ahora con la decisión de la Corte, estoy convencido que la legalidad está ausente de todo este proceso, y de lo que se trata, es de activarlo para que el estado de sospecha continúe indefinidamente, mientras se monten operaciones periodísticas de diversa naturaleza, manteniendo a la ex presidenta imputada por años en esta causa. Y digo esto, porque el fallo que llegue a dictar el Tribunal Oral va a ser apelado por los defensores de la Sra. de Kirchner y los otros involucrados, y por la Fiscalía Federal en caso de que se decrete la absolución de la ex presidenta, y luego vendrán nuevos tramites hasta que llegue nuevamente a la Corte, lo que puede demorar años, pero mientras eso ocurra la imputación penal seguirá estigmatizando a la ex presidenta.

Como esto tiene que ver con la acusación de Nisman que imputó traición a la patria a la Sra. de Kirchner quiero referirme concretamente a su libelo que leí minuciosamente a pesar de su 300 páginas de extensión. Traté de buscar algo mínimamente atendible, en ese fárrago de inferencias que se sostenían unas a otras, y solo encontré LA NADA. No había en esa voluminosa acusación ninguna prueba contundente, ningún testimonio, ninguna evidencia. Unas escuchas de impresentables sujetos que supuestamente hablaban en nombre del gobierno, como si eso tuviera importancia alguna, o la entidad suficiente para fundamentar una acusación, recortes de diarios, la opinión de un ex funcionario, y la obsesiva reiteración de hechos que son de conocimiento público sobre la supuesta participación de Iran en el atentado.

El escrito de Nisman, sumaba a muchas condicionalidades expresivas, una ausencia de indicios, graves precisos y concordantes, que pudieran darle entidad suficiente a una denuncia de esa magnitud, obviando que ninguna ley del Congreso puede ser constitutiva de delito alguno, y el Congreso Nacional, aprobó el supuesto delito que es el célebre Memorandum. Si se creyera que esa ley es un delito de acción pública, a Nisman le faltó acusar a todos los senadores y diputados que la aprobaron, ya que si el documento era la prueba del encubrimiento, los que consintieron el delito y fueron parte de él, son penalmente punibles.

El famoso Memorandum con Irán era lo único sustancial, y este es un documento que puede ser impugnado, discutido, calificado de cualquier manera tachado eventualente de incosntitucional, como lo declaró la justicia, pero que en modo alguno es constitutivo de una acción delictiva.

Nisman pretendía además, que la causa tuviera otras derivaciones, dado el carácter de la acusación, hasta finalizar con un proceso por traición a la patria, como han sostenido fervorosamente los apologistas de Nisman (los fiscales Pollicita, Moldes, Saenz; los diarios La Nación y Clarin, y una variada gama de personajes que van desde Kovadloff, a Fernández Meijide, pasando por una gran cantidad de sujetos,que no deben tener la menor idea del orden jurídico y del derecho penal).

Los medios, han tratado de todas las formas posibles de silenciar las sospechosas actividades de Nisman: sus depósitos en el exterior, una vida nada acorde con sus sueldos de Fiscal, y la estrecha relación con el conocido Stiuso ex director de Contrainteligencia de la SIDE, sumado a no haber encontrado nada en años de investigación. Luego de su todavía no aclarada muerte, lo han convertido en una especie de héroe, asesinado por haber encontrado la verdad y ponerla en evidencia.

Nunca he creído que la muerte de alguien sirva para santificarlo. La muerte de cualquier ser humano merece solo el respeto a su persona, pero de ahí convertirlo en un héroe, en el hombre que descubrió el encubrimiento y la culpabilidad de Irán, existe una distancia sideral, a lo que se suma que el Cuerpo de Peritos de la Corte Suprema desestimó que lo hubieran matado. Solo queda la pericia trucha de la gendarmería, direccionada a probar que no se había suicidado.

Esta nueva reapertura de la causa contra la ex presidenta, tiene un claro objetivo político, y es tratar por todos los medios de sumarle una imputación más a las que ya se ventilan en los tribunales, con el agravante, que aquí se trataría de un delito de lesa humanidad y por lo tanto imprescriptible. Los que han pensado esto, saben bien a lo que apuntan, y también el Fiscal Moldes, que debió ser más prudente, y no poner en evidencia los objetivos que perseguía, que fueron netamente ideológicos, y no descubrir si efectivamente se cometió un delito o no. Pero en la Argentina de hoy, todo vale para ejemplificar en Cristina Kirchner la totalidad del mal que nos aqueja, dejando de lado las causas profundas, la corrupción estructural. Es mejor regodearse con los bolsos, las cuentas, las propiedades y el posible enriquecimiento de una gestión coyuntural, que profundizar en todo aquello que afecta a nuestra economía desde hace décadas, y que ha enriquecido a varias generaciones de distinguidos personajes, sobre los que nadie se atreve a señalar.

La infamia y la especulación política a veces están claramente emparentadas. Cuando se carece de ética y de responsabilidad institucional, ciertos dirigentes políticos utilizan lo que sea para obtener réditos, aunque para lograrlo utilicen toda clase de recursos rastreros, y recurran a la imputación falsa, a la acusación superficial, a afirmar lo que no pueden probar; a la hojarasca discursiva que les da visibilidad mediática, ya que de otra manera nadie podría conocerlos por lo que aportan en realidad al ejercicio de una acción política responsable.

Tengo muy en claro que no existe un solo dirigente político que tenga la menor idea de lo que es la causa AMIA, ya que hasta la ex presidenta, cuando fue a declarar como senadora en el Tribunal Oral Federal N° 3, dijo cosas que no eran ciertas. Salvo las vulgares generalizaciones que salen todos los días en los diarios de sus implicaciones, de la utilización que se hace de la causa, uniéndola a la muerte del Fiscal, y a resucitar ahora la investigación de Nisman sobre el memorandum, haciendo un combo explosivo para mostrar complicidades inexistentes, no hay ninguna evidencia que demuestre un encubrimiento absolutamente falto de pruebas, y más propio de una "operación" con intenciones varias.

Quien lea sin prejuicios la acusación de Nisman a la ex presidenta, se dará cuenta que fue construida sobre la base de hechos falsos, destruidos hace años en libros escritos por Lanata, Levinas, y por una pericia de la facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires, sospechosamente desestimada. Sin embargo, se ha seguido adelante con numerosas falsedades, promovidas por Estados Unidos e Israel, para inculpar a Irán del atentado, lo cual está absolutamente documentado en comunicaciones que han sido publicadas.

La DAIA ha impulsado la causa , y la Fiscalía Federal, seguramente prestará su colaboración, porque "saben" que la ex presidenta es la responsable del encubrimiento y deberá pagar por ello, como lo sabía el desaparecido Fiscal Moldes. Que haya pruebas o no, es un detalle. Solo importa motorizar debidamente a la opinión pública –La Nación ha tomado la posta- ya que la intención es clara, lograr una condena a toda costa.

Una cosa es criticar al gobierno kirchnerista, cuestionarlo, y denunciarlo con armas de buena ley, con pruebas, con evidencias concretas. Otra muy distinta aprovechar cualquier insustancial y tendenciosa denuncia, para incriminar falsamente a alguien, con un claro interés de utilización política, ya que no es precisamente la búsqueda de la verdad lo que se pretende.

Todos lo que me conocen, saben de sobra que he cuestionado invariablemente muchas políticas del gobierno de la Sra. de Kirchner que me parecieron equivocadas; que hice denuncias y aporté pruebas; que le hice llegar a la ex presidenta mis críticas, y que públicamente, en el Congreso Nacional, en universidades, y en todos los ámbitos a los que fui invitado a exponer sobre cuestiones económicas, financieras y jurídicas, sostuve lo que creí debían ser las políticas públicas. Nunca me sumé a las críticas de conventillo, ni realicé imputaciones que no pudiera probar.

Sobre la causa AMIA, fui citado por Nisman, por conocer a uno de los principales acusados, haber escrito sobre la misma, y tener en mi poder copia de documentos secretos, que llegaron a mi conocimiento debido a la gentileza de un funcionario de la justicia federal. Así como se inventó una inexistente pista siria, se imputó falsamente a un hijo de sirios, y esa acusación determinó la ruina económica de una familia, y el deshonor de llevar un apellido vinculado a una acción terrorista, también se hizo lo mismo respecto a algunos iraníes. Pareciera que a nadie le llamara la atención que el Juez Galeano, se reuniera en París con un grupo de terroristas, que le dieron los nombres de funcionarios iraníes a quienes debía inculpar, y que a partir de allí se comenzara a tejer una "historia" para que los verdaderos responsables del atentado, no fueran descubiertos jamás.

Aunque nada puedan probarle a la Sra. de Kirchner, sobre el encubrimiento del atentado, el mal estará hecho. Mientras se reabra el proceso, se vuelva a investigar, se va a ir articulando un relato, profusamente difundido, que todos terminaran finalmente por creer. Como no es mi estilo, dedicarme a perder el tiempo, en difundir falsedades, que solo se articulan para calumniar, y que ponen en evidencia la catadura moral de sus autores, creí necesario hacer unos comentarios, para que se reflexione con seriedad antes de juzgar equivocadamente.

Nisman está muerto y se habrá llevado a la tumba el nombre de quienes lo instrumentaron para esa operatoria judicial. Pero lo que me parece importante puntualizar, es la canallesca campaña montada por los medios hegemónicos, por los fiscales nombrados y una variopinta cantidad de personas con el único propósito de imputar a la señora de Kirchner de un delito inexistente, y sugerir la aplicación del artículo 29 de la Constitución (traición a la patria).

Creo que toda crítica debe hacerse sobre la base de elementos de juicio, sobre evidencias, y argumentos que pueden ser motivo de debate, pero no puede recurrirse a la bajeza y a la infamia, como armas políticas para deslegitimar a una dirigente, que además ha sido Presidenta de la Nación. Eso es propio de los espíritus mezquinos y de intereses espurios, que son utilizados políticamente por grupos que responden a intencionalidades muy concretas, a los que no les interesa que se conozca la verdad. Que siguen insistiendo con coches bomba inexistentes, con pistas falsas, y son capaces de utilizar una variada gama de recursos, para que finalmente el crimen de la AMIA quede impune.

Cabe apuntar a los que deliran sobre la aplicación del precepto constitucional de la "traición a la patria" establecido por el art. 29 de la Carta Magna, que se han olvidado que el artículo 119, es muy explícito al determinar que: La traición contra la Nación consistirá únicamente en tomar las armas contra ella, o en unirse a sus enemigos prestándoles ayuda y socorro. En ningún caso la Sra. de Kirchner puede ser acusada de eso.

Finalmente me llama la atención que todos los jueces intervinientes, no hagan mención alguna, a la dependencia directa que tenía el Fiscal Nisman de la Embajada de Estados Unidos, a quien consultaba no solo sobre sus acciones, sino que hasta llegó a pedir disculpas, por haber realizado un tramite judicial en la causa, sin conocimiento de esa representación diplomática. Asi procedía un representante del Ministerio Público Fiscal.